
El periodista Quispe Rojas, de Nova, reflejó que “La olla
tiene un tiempo de permanencia en 7 y 51 desde hace tres años, cuando desde el
inicio del gobierno de Julio Garro se decidió cerrar el programa para personas
en situación de calle y toda la asistencia que ahí se brindaba”, relató a NOVA,
Marcela López, una de las organizadoras de la olla.
Por medio de esas jornadas, han ido monitoreando la
situación de las personas que deambulan por las calles de ciudad que ha ido en
aumento. Y actualmente han contabilizado unas 300 personas, “eso motivó a que
sigamos sosteniendo la olla”, aseguró López.
Además, de llevarles un plato de comida a las personas
vulnerables, el propósito de la olla es “denunciar públicamente la condición de
abandono del Estado municipal”, ya que hay muchas personas que tienen
padecimientos psiquiátricos y no tienen atención.
La olla la preparan en la casa de una de las integrantes,
tal como lo relata Gabriela Albariño, quien señaló que “cocinamos con amor con
todas las compañeras, como si fuera para nosotras” y se emociona.
Como se sabe, la ciudad de las diagonales tiene uno de los
índices más altos de pobreza e indigencia. La situación de las personas en
situación de calle es notoria en la zona del Casco Urbano. Con el advenimiento
del otoño y el invierno la demanda de un lugar para dormir y ropa de abrigo es
una de las mayores necesidades.