Un proyecto de voluntariado universitario trabajó sobre un grupo de alumnos de una escuela de Villa Elvira para evitar la deserción escolar y logró una continuidad del 91% de los chicos, en el curso más difícil.
El trabajo fue presentado por el profesor adjunto de Farmacología y Salud Comunitaria de la facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Gustavo Marín, y contó con la participación de medio centenar de voluntarios, que siguieron la evolución de cada uno de los chicos del 2º F de la escuela media Nº 5 “Manuel Savio”, ubicada en 76 entre 7 y 8.
“Los jóvenes que abandonan su escolaridad tienen mayor riesgo de violencia hacia su persona, hacia la comunidad, mayor tasa de adicciones y un aumento de la morbilidad”, enumeró Marín, al describir a Diagonales las causas que lo llevaron a planear la experiencia piloto, que bautizó como “Madurando en conjunto, escuela y universidad” y que pudo llevar adelante gracias al compromiso de estudiantes de Comunicación Social, Humanidades, Ciencias Exactas y Trabajo Social de la UNLP.
El proyecto estuvo basado en dos ejes: el seguimiento personalizado con cada alumno, con contacto periódico con los chicos y sus familias y la realización de actividades en el aula, que incluyeron talleres y charlas. La idea fue “mantener a los chicos escolarizados, para que, de alguna manera, estén más protegidos y tengan más oportunidades”.
Marina Chopita, que estudió Comunicación Social, trabajó como coordinadora de los encuentros. “Se trabajó en las particularidades de cada alumno, con un seguimiento personalizado”, contó.
“Los estudiantes universitarios se convirtieron en referentes de los chicos, que podían volcar sus inquietudes, dudas y expectativas a los jóvenes”, explicó Marín.
A la hora de elegir esa escuela de Villa Elvira, se tuvo en cuenta que “casi el 24% de sus alumnos abandona en los primeros 3 años de la secundaria y no tienen oportunidad de acceder a la Universidad; pero con nuestro seguimiento personalizado, hemos logrado mantener los chicos escolarizados y le permitimos experimentar cambios muy favorables”, agregó.
Entre las actividades, los alumnos del secundario vieron los cortos “Se dice de mí”, “Al que quiere celeste, que ya no le cueste” y “Los pibes van al centro”, del Programa Jóvenes y Memoria.
Chopita aseguró que “quedaron fascinados porque habían sido realizado por chicos de su misma edad y se dieron cuenta que ellos también podrían hacer ese tipo de producciones. Además, conocieron otras realidades y pudieron debatir lo que le pasaba a otros jóvenes. También vieron la película 'Pequeña Miss Sunshine', donde les mostramos con una comedia los roles de la familia”.
“Pretendemos que los voluntarios tengan algún tipo de premio por participar de este tipo de proyectos, porque creemos haber demostrado que con un trabajo continuo y personalizado somos capaces de mantener a los chicos en el aula y mejorar sus resultados académicos”, aseguró Marín.
El trabajo fue presentado por el profesor adjunto de Farmacología y Salud Comunitaria de la facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Gustavo Marín, y contó con la participación de medio centenar de voluntarios, que siguieron la evolución de cada uno de los chicos del 2º F de la escuela media Nº 5 “Manuel Savio”, ubicada en 76 entre 7 y 8.
“Los jóvenes que abandonan su escolaridad tienen mayor riesgo de violencia hacia su persona, hacia la comunidad, mayor tasa de adicciones y un aumento de la morbilidad”, enumeró Marín, al describir a Diagonales las causas que lo llevaron a planear la experiencia piloto, que bautizó como “Madurando en conjunto, escuela y universidad” y que pudo llevar adelante gracias al compromiso de estudiantes de Comunicación Social, Humanidades, Ciencias Exactas y Trabajo Social de la UNLP.
El proyecto estuvo basado en dos ejes: el seguimiento personalizado con cada alumno, con contacto periódico con los chicos y sus familias y la realización de actividades en el aula, que incluyeron talleres y charlas. La idea fue “mantener a los chicos escolarizados, para que, de alguna manera, estén más protegidos y tengan más oportunidades”.
Marina Chopita, que estudió Comunicación Social, trabajó como coordinadora de los encuentros. “Se trabajó en las particularidades de cada alumno, con un seguimiento personalizado”, contó.
“Los estudiantes universitarios se convirtieron en referentes de los chicos, que podían volcar sus inquietudes, dudas y expectativas a los jóvenes”, explicó Marín.
A la hora de elegir esa escuela de Villa Elvira, se tuvo en cuenta que “casi el 24% de sus alumnos abandona en los primeros 3 años de la secundaria y no tienen oportunidad de acceder a la Universidad; pero con nuestro seguimiento personalizado, hemos logrado mantener los chicos escolarizados y le permitimos experimentar cambios muy favorables”, agregó.
Entre las actividades, los alumnos del secundario vieron los cortos “Se dice de mí”, “Al que quiere celeste, que ya no le cueste” y “Los pibes van al centro”, del Programa Jóvenes y Memoria.
Chopita aseguró que “quedaron fascinados porque habían sido realizado por chicos de su misma edad y se dieron cuenta que ellos también podrían hacer ese tipo de producciones. Además, conocieron otras realidades y pudieron debatir lo que le pasaba a otros jóvenes. También vieron la película 'Pequeña Miss Sunshine', donde les mostramos con una comedia los roles de la familia”.
“Pretendemos que los voluntarios tengan algún tipo de premio por participar de este tipo de proyectos, porque creemos haber demostrado que con un trabajo continuo y personalizado somos capaces de mantener a los chicos en el aula y mejorar sus resultados académicos”, aseguró Marín.