Un joven escritor local quiso compartir un cuento de su autoría a través de Noticias de Villa Elvira.
Las gotas de lluvia golpeaban con fuerza las ventanas de
la antigua mansión de los Smith. La fachada, antiguamente conformada por tablas
de madera perfectamente clavadas de un pulcro color blanco, se encontraba ahora
con varias de ellas desencajadas, rotas y de un color verde enfermizo a causa
del moho, entre ellas se filtraban varios tipos de plantas y una serie de
enredaderas caían desde el segundo piso del hogar.
Este cambio golpeó con fuerza a Thomas. Él recordaba la
casa de su infancia con cierto aire de cariño y amor familiar, excepto por
aquel suceso que su mente trataba de olvidar, pero que lo había llevado de
vuelta hasta allí.
"Debes volver, buscar un cierre", eso era lo
que le había dicho su psicóloga, pero él se encontraba reacio a la idea.
- Tu debes ayudarme - le dijo irritado - no enviarme solo
a enfrentar al trauma que me marcó para el resto de mi vida -
- Ya no hay nada que pueda hacer. Ya lo intenté todo,
esta es la última alternativa -
Esta conversación pasaba por su cabeza en bucle mientras
pensaba si debía entrar o no. Su vista se posó en las sombras que dibujaban los
árboles en la casa, debido a los relámpagos. Tomó una herramienta del asiento
del acompañante y bajó de su auto decidido. Ella tenía razón, necesitaba un
cierre y él iba a conseguirlo.
Luego de varios intentos, logro romper la cerradura e
ingreso a su antiguo hogar.
Así como las plantas habían tomado el exterior, el polvo y los insectos
siguieron estos pasos en el interior.
Thomas comenzó a recorrer lentamente la casa con cierto aire nostálgico. Todos
los muebles se encontraban cubiertos por mantas, las cuales poseían una
película de polvo sobre ellas. Varios cuadros se encontraban torcidos o en el
suelo. Las maderas debajo de sus pies crujían constantemente. Al llegar al comedor
intentó prender la luz, pero no funcionó, por lo cual utilizo la linterna de su
celular.
Caminó a paso tranquilo hasta un estante y tomó una foto
entre sus manos. Le limpió el polvo y la observo detenidamente, intentado ver
cada detalle.
Eran sus padres, el día de su boda. Se veían felices, enamorados, con toda una
vida por delante, pero él ya sabía cómo continuaba la historia.
Su madre quedo embarazada poco tiempo después de la boda. Nueve meses después,
en octubre, nacería su hermano Mike, el primogénito. La camilos vivió feliz y
tranquila, hasta que tres meses después su madre caería nuevamente embarazada,
pero esta vez nacería él.
Quince años pasarían desde eso hasta el accidente. Thomas
regresó del colegio como todas las tardes, pero esa vez fue diferente. Al
llegar se dirigió a la cocina y allí se encontraban...
Él agito su cabeza, intentando alejar las imágenes de su
mente, pero termino posando su vista en la entrada a la cocina, donde aún se
hallaba una desteñida cinta policíaca.
Decidió subir al segundo piso, y a cada paso la tristeza
lo invadía. Cuando llego a la planta superior, escucho la voz de sus padres,
una discusión del pasado.
- ¡Él no es mi hijo y lo sabes! - sonó colérica la voz de
su padre
El llanto de su madre sonaba con fuerza
Él intento cubrirse los oídos, pero no tenía efecto
alguno.
Entró corriendo al cuarto que pertenecía a su hermano y
cerro con fuerza la puerta, entonces los ruidos cesaron.
Se sentó en la cama, y comenzó a observar la habitación. Estaba tan desordenada
como la recordaba. Los posters de cómics invadían las paredes, una serie de
juguetes infantiles estaban por todo el suelo. La única luz que había, entraba
de vez en cuando, a causa de la tormenta, por una pequeña ventana.
Recordó su infancia y lo feliz que había sido, entonces
comenzó a llorar y su mente a divagar.
Las memorias llegaron solas y él no pudo evitarlo.
Luego del colegio, se dirigió a su casa como hacía
usualmente. Se tomo el micro, observó los comercios, a la gente, el paisaje.
Llegó más temprano de lo usual.
Entró a su casa y se anunció, pero no recibió respuesta alguna. "Estarán
en la cocina", pensó Thomas y se dirigió allí.
Su padre estaba ahí, sentado en el bar como hacia siempre, pero ese día notó
algo diferente. Él tarareaba tétricamente una canción infantil.
El niño camino unos pocos pasos más, con temor. Horrorizado, noto como las
paredes se encontraban cubiertas con manchas de sangre. Thomas se encontraba
muerto en el suelo. Su madre estaba allí, con los ojos desorbitados, con cortes
a lo largo del cuerpo. Pedía piedad, pero su padre la miró y le sonrió
fríamente mientras se acercaba a ella con lentitud. Le tomó suavemente el
rostro y la besó, para luego apuñalarla repetidamente. Mientras él hacía esto,
ella profería gritos que dejaban lo dejaban helado, pero lo saco de su shock,
cuando con su último aliento le dijo: "Mike, huye".
Su padre volteó, cubierto de sangre y se cortó el cuello.
Entonces, Mike, aun sin poder reaccionar del todo, comenzó a correr hacia el
bosque, llorando y pidiendo ayuda a gritos, hasta que tropezó y se golpeó la
cabeza.
Se despertó horas después, desorientado y confundido,
pero logró llegar a la comisaría. Dijo que su nombre era Thomas Smith y que
algo horrible había pasado en su hogar.
Fue llevado a varios hogares temporales, pero nunca se había podido adaptar.
Los psicólogos no lograron ayudarlo. Su vida estaba marcada por siempre, pero
él logro seguir adelante. Siempre pensó que su nombre era Thomas Smith, hasta
el día de hoy, donde recordó su pasado. Sintió cómo su mente estuviera
aliviada, como si el dolor se hubiera ido.
Se levantó de la cama y descendió al primer piso. Al
mirar a su izquierda noto un espejo, donde su reflejo no estaba solo. Se
encontraba acompañado de un chico y una mujer.
Mike los reconoció al instante y sonrió con tristeza.
- Adiós mamá, adiós Thomas - dijo apesadumbrado.
Las dos figuras le devolvieron la sonrisa y juntaron sus
manos, antes de fundirse en las sombras de las que habían surgido. Salió de la
casa y se dirigió al auto. Abrió el baúl y tomó dos bidones de gasolina.
Regresó rápidamente hacia el interior y derramó toda la nafta por el lugar. Antes
de encenderla, tomó una foto de una mesa. Eran él, Thomas y su madre. La dobló
y la puso en su bolsillo. Al llegar a la
puerta, agarró una pequeña caja de fósforos y encendió uno. Lo dejo caer y el
fuego se extendió de inmediato.
Liberado de esa carga mental dijo para sí mismo. - Mike
Smith había muerto esa tarde de abril, no Thomas. El recuerdo de Thomas viviría
en él, porque Mike desearía haber muerto realmente ese día, no quería tener la
sangre de ese monstruo corriendo por sus venas-
Se dirigió al auto, dejando aquel recuerdo y su secreto
arder, y se alejó sin mirar atrás.
SM