"Las motos secuestradas no deberían ser compactadas"

 Nota de opinión: Marcelo "Chelo" Moriconi

   Las motos que han sido secuestradas y que nunca fueron retiradas por sus titulares están siendo sometidas a compactación. Serán un total de 3500 aseguraron desde la secretaría de Políticas Públicas en Seguridad y Justicia local que conduce Darío Ganduglia, funcionario del gobierno que encabeza Julio Garro.

   Llama la atención que no exista un programa que dote de estos elementos al personal municipal, referentes sociales, profesores o maestros que realicen tareas sociales para la comunidad.

   Hoy un administrador comunal, un empleado que cumple funciones de control, un representante social que atiende un comedor o un profesor que capacita niños en un centro comunitario, que no tienen una movilidad: deben apelar al servicio público para trasladarse. No existen viáticos, sale de sus bolsillos.

   Un capataz de una delegación, que no es más ni menos que un empleado municipal que cobra alrededor de 26 mil pesos mensuales, no tiene los medios para movilizarse para cerciorar las obras que los empleados están llevando a cabo en las extensas dimensiones de las localidades. Si recorre lo hace en autos particulares.    

   Hoy el Municipio anuncia como un logro la compactación de 3.500 motos secuestradas. Lo mide por toneladas. Resalta que serán 12 mil kilos de “chatarra” de vehículos secuestrados o abandonados. En un país donde todo falta y nada abunda, la Municipalidad de La Plata termina tirando materiales que podrían tener otro destino.

   Seguramente habrá que corregir ordenanzas, crear espacios, legislar opciones. Si no tenemos un Concejo preparado para tal fin, por favor, cerremos todo. Si el intendente no tiene las facultades para crear un programa que atienda las necesidades de los trabajadores municipales que deben pagar de sus bolsillos los desplazamientos en función de las órdenes emanadas, algo estamos haciendo mal.

   Ni los aceites, ni las naftas de las motos son usados. No deben ni servir para las bordeadoras ni para que funcionen las maquinarias, ni para lavar las herramientas. Hay que seguir comprando. Así que para “liberar los espacios ocupados por estas motos, ya que revisten un peligro ambiental importante”, tiramos todo. Porque ser recuperan “los espacios públicos” y se genera “la disminución de los niveles de contaminación y la reducción de focos infecciosos” como sostienen desde la intendencia.

   Hay un impedimento legal seguramente. Pero estamos en condiciones como ciudad, provincia o país de estar rompiendo, compactando y tirando unidades que podrían favorecer el traslado de trabajadores para que una comunidad logre mejores condiciones de vida. Seguramente que no.

  Una flota de unidades destinadas para tal fin. Individualizadas con un color determinado, un número que lo identifique, con un convenio de por medio con la persona asignada que se hará cargo del pago de un seguro y que cumplirá con las normas establecidas para circular. No es tan difícil. Hay que hacerlo.

Brindar la posibilidad de crear un pañol donde estas mismas personas puedan acceder a repuestos, que serán retirados de aquellos vehículos que no estén en condiciones de funcionar, no creo que sea tan difícil. Es más, por qué no soñar con un taller municipal que genere trabajo y sea una solución. Seguramente supondrá un paso hacia adelante a adelante y no diez para atrás como aparece a simple vista la medida de compactación.

Reitero. Sé que hay un proceso legal. Existen normas y ordenanzas que cumplir. Pero también repito. Si no tenemos las personas capacitadas para reformular estos imponderables, algo estamos haciendo mal.

He visto perder en estos operativos de control a cientos de trabajadores las motos en la que iban a trabajar. Flojas de papeles, sin permisos, sin documentación, sin patentes. No podía estar circulando y fue así que se las sacaron.

Poco hicimos como Estado para contemplar lo que allí pasaba. Esos vehículos pasaron a ser una carga, se miden por peso, se compactan y tiran. Al menos, deberían volver para mejorar la vida de todos los platenses.