Editorial:
Noticias de Villa Elvira
Por Marcelo Moriconi
Con el avance del
virus del COVID-19 pareciera que en muchos sectores se buscan responsables sin
juzgar responsabilidades comunitarias respecto a la propagación de la
enfermedad.
Una situación muy
curiosa me tocó vivir hace muy pocas horas. Escuché a una cuadra que llegaba el
repartidor de huevos, digamos mejor: el delivery de las gallinas que andan por
las distintas manzanas de la localidad. El inconfundible sonido de los
parlantes vaticinó que alguna venta puerta a puerta llegaba a mi casa. Salí a
esperarlo porque presumí que era el huevero. Ahí me di cuenta, con sólo mirar
mi cuadra, que el virus no llega, sino que lo vamos a buscar.
A medida que avanza
puedo observar que es un día prolífico para los vendedores de la camioneta
negra. Son dos hombres con unos cuantos años encima. Uno al volante, con un
pucho en la boca contando plata y con el gesto de llevarse los dedos a la boca
para mojarlos e ir separando los billetes. El otro, un hombre muy amable y
respetuoso, también con barbijo en la pera atiende a dos vecinas que le dan
charla y en la inmediatez de la compra puerta a puerta, ninguna repara en
cuidarse con el barbijo ni con la distancia social.
Munido de barbijo y
careta, a pesar que ando mucho en la calle trato de no descuidar los detalles,
no solamente por no contagiarme yo sino de no ser el vehículo del virus para
enfermar a mis afectos, me acerqué para la compra. Un tanto alejado mirando la
situación me acerco y pago con tres billetes de cien al valor de 280 el maple.
El gesto repetido, moja en la boca y va en busca de los 20, pero rápidamente
que le advertí que iba de propina.
Estaba atento a lo que pasaba. Aunque alterado un poco por la situación, pero manteniendo la conciencia de lo que se debe hacer. Es que si todos tomamos los recaudos necesarios no sé si la pandemia ya habría pasado pero ahora está creciendo. Algo venimos haciendo mal.
Querer saber quién,
dónde o por qué se agarró el virus no nos garantiza que no nos va a tocar. No
contraer la enfermedad en el corto o mediano plazo solamente nos da algún tipo
de resguardo mantenernos en alerta, cumpliendo con las medidas preventivas
dictadas por los especialistas.
Noto que el
Municipio actúa en partes muy pequeñas en la localidad. Pero no es por la
Pandemia. Es de años. Y también encuentro un desamor por los vecinos por parte
de otros vecinos, muy pero muy grande. Muchos de ellos terminan después apuntando con el
dedo o amenazando a personas que contrajeron la gripe. Algo que le va a pasar
al 80% de la población mundial como advirtieron los expertos.
Todos, no hay
cuadra que no haya uno, dos, tres o la gran mayoría de vecinos que les importa
un bledo la cuarentena, el cuidado y exponen a los demás. El hijo, la hija, la prima, el marido,
el primo, es aquel que se cuelga con la pelota en 117 y 604, o en la plaza
Néstor Kirchner en Palihue, también en la 90 o la cantera. Están aquellos pibes
de la plaza de Skate de Barrio Jardín o los muchachos que se quedan hasta
cualquier hora en el Barrio Monasterio. No nos cuidamos como debemos y estamos condenados al fracaso.
Otro tema importante son los chicos. Había un grupo pibes que jugaba a la pelota todas las noches en la cuadra de casa y a los que me
acerqué para consultarlos de por qué no usaban barbijos y no se cuidaban me
respondieron que el virus no les hacía nada y que a ellos no los enfermaba. Si
los padres les dan esa información errónea a los adolescentes, que van a
terminar internados y aislados en caso de enfermarse en muchos casos, no me
quiero imaginar qué responsabilidad asumirán como adultos. Estamos complicados.
No preguntes que está haciendo tu país
por vos sino vos que estás haciendo vos por tu país, es una frase que quedó
inmortalizada por un presidente de un país del norte, y que nos pone en esa
disyuntiva. Mientras unos hacen el gran esfuerzo arriesgando el trabajo de
años, otros se quejan que no le dan, no le limpian, no los desinfectan ni los
testean pero que miran para otro lado cuando deben poner el hombro.
Para que el mal triunfe los buenos no
deben hacer nada. Y el mal nos está ganando. Es momento de hablar con tu
vecino, por mensaje, con distancia, con barbijo, y explicarle que esta
enfermedad te mata. Vos tenés que cuidarte también. No salgas si no tenés que
hacerlo. Cuidá a los tuyos, a los más viejitos que están indefensos. Ayuda al
que no tiene y no puede y convencé a aquel que no se cuida que lo debe hacer.
Para que el virus no nos mate no lo tenemos que encontrar porque el virus no te
llega, sino que vos lo vas a buscar.