Muy pocos han reparado en la situación de los docentes,
directivos y personal no docente de los establecimientos educativos de la
región que desde que se desató la pandemia y la cuarentena obligatoria. La
continuidad educativa que alcanza a jóvenes y maestros y las actividades en
épocas de crisis han producido situaciones no deseadas en los equipos locales.
En un nota publicada por Pulso Noticias, firmada por David
Barrisi, da cuenta de una situación producida en la Escuela Técnica “Manuel
Savio” de 76 entre 7 y 8 de Villa Elvira, donde la problemática alcanzó a una
preceptora del establecimiento y el director que podría terminar en un
conflicto.
Pulso Noticias reflejó que: La virtualidad impuesta para
combatir la pandemia hizo que empezaran a trabajar a toda hora, día y noche,
sin horario fijo, fines de semana ni feriados. La propuesta de continuidad
pedagógica no tiene en cuenta la realidad de muchos chicos y chicas, pero
tampoco la de sus docentes. Y ante la menor falta, la amenaza de sanción. Una
historia en una escuela de La Plata que expresa el momento que atraviesan
muchas maestras, maestros, preceptores y preceptoras
Trabajar feriados y fines de semana; recibir mensajes de
WhatsApp a cualquier hora del día o la noche, tanto de estudiantes como de
directivos; tener más tareas y responsabilidades laborales que las habituales
bajo amenaza de sanciones y por sobre todas las cosas: no quejarse. El
Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio brinda un marco que permite que la
docencia sea exigida al máximo bajo el precepto de sostener una continuidad
pedagógica virtual, aun en situaciones en que la misma es prácticamente
imposible.
La situación, según describió el redactor, David Barresi,
que vivió el sábado Verónica Oholeguy, preceptora de la Escuela Técnica N°5 de
Villa Elvira, no es aislada ni particular. Es apenas un ejemplo que en mayor o
menor medida se da también en otros establecimientos educativos de la ciudad. A
través de un mail, el director del colegio, Fabián Labella, le notificó
formalmente que podía ser sancionada por no haber hecho “en tiempo y forma” las
tareas que le habían ordenado. Prácticamente la acusó de ser responsable de que
decenas de niños y niñas no hayan recibido el alimento del Servicio Alimentario
Escolar ni el cuadernillo para continuar con sus clases. Nada más, y nada
menos.
Oholeguy trabaja en esa escuela desde hace diez años. Está
embarazada de cinco meses y medio pero siguió yendo de forma presencial hasta
el último día que pudo. Luego comenzó la emergencia sanitaria nacional por la
pandemia del COVID-19, y al encontrarse dentro del “grupo de riesgo”, tuvo que
tomarse su correspondiente licencia. Sin embargo, lejos estuvo de ser una
licencia común y corriente.
“Nos empezaron a pedir trabajos de contacto con los chicos y
con los profes, para irles pasando las tareas. A través de WhatsApp, por los
grupos. Cuestiones que en algunos casos ni llegamos a poder hacer previamente,
porque tuvimos muy pocos días de clase”, explicó.
“Luego hicieron las plataformas de classroom, para hacer
aulas virtuales y pasar por ahí las tareas. Después nos pidieron que llenáramos
unas planillas de excell, en las que teníamos que llenar además de los datos de
los chicos, el contacto con la familias, el mail de los adultos y las adultas
responsables… una cosa no diría imposible pero sí descabellada”.
La razón por la que calificó de esa forma al requerimiento
de las autoridades tiene que ver con el contexto social en el que se inscribe
este establecimiento: “Nosotros laburamos con chicos que en muchos casos no
tienen ni computadora ni internet, que viven en condiciones muy difíciles. La
población educativa de esta escuela es de la zona de Villa Elvira, Barrio
Aeropuerto, Altos de San Lorenzo, donde los chicos en muchos casos viven
hacinados, en viviendas precarias. Pasan la cuarentena como pueden, en
condiciones lamentables la mayoría de los pibes”, indicó Oholeguy.
“Los teléfonos de los padres que teníamos, algunos ni
siquiera te contestan, porque no deben tener ni crédito”, remarcó la preceptora
y señaló: “A mí se me hizo imposible entregar eso a tiempo. Se me fue
complicando reunir esos datos y lo entregué tarde”.
A todo esto, las condiciones para poder cumplir con el
trabajo exigido no sólo son dificultosas para el alumnado, también lo son para
la docencia. “No tienen en cuenta la conectividad de las pibas y los pibes,
pero tampoco tienen en cuenta los recursos de los profes y de los preceptores y
las preceptoras. Yo no tengo la netbook de la escuela, otros las tienen pero
están bloqueadas, tenemos celulares que no soportan tanta sobrecarga. Nada de
esto se tiene en cuenta”, afirmó.
Fuente Nota original: https://pulsonoticias.com.ar/66695/docencia-cuarentena-acoso-laboral/