Se apaga el festejos de los muñecos y la economía se lleva puesta la tradición


Muñecos de Villa Elvira   Para aquel que lo puede comprar no pasa nada. O aquel otro que paga para que se lo hagan tampoco. Pero el trabajo comunitario, el abrazo fuerte del deber cumplido, la representación de la esquina con un mensaje del muñeco que se está prendiendo fuego es parte de una tradición que se apagó en los últimos años. Una cultura que se apaga, quizás para que nazcan nuevas modas, tal vez más tecnológicas. 

   Apenas un puñado de muñecos de fin de año completará la antigua tradición platense. Un puñado de alrededor de 30, serán los encargados de recibir el 2020, como parte de los festejos de cientos de barrios.
   No vamos a esconder el poncho. Ya se ven estructuras que aún no tienen fisonomía de muñecos pero en tres patadas aparecerán erguidos evitando la guardia ciudadana y los controles del gobierno de turno.
   No hay plata. Mucho menos para festejos. Los jóvenes, el amplio sector más desfavorecido por la pobreza, no se coparon en ponerse al hombre el festejo de la cuadra.
   La sectorización y encuadre del festejo no cayó bien. Lo que en un principio era la fiscalización del estado como árbitro para que se cumplan las medidas de seguridad y que tengan una lista de exigencias para prevenir daños posteriores parecía una buena opción.
   Con el tiempo se sumaron los premios, la plata, los muñecos que no se queman y que son decorado y se renuevan año a año, dejan en el camino a los pequeños herederos que ya no se enganchan a armar porque la vara está muy alta. Además para los pequeños o grandes inversores los premios se pagan diferido en varios meses. Famoso muñeco ganador de 13 y 72, cobraron 8 meses después sin intereses.
   La tradición, cuando la convirtieron en competencia, premios y restricción, dejó de serlo y ya es un concurso más. El muñeco de fin de año ya no florece. Nada va a explotar. Ni el permitido diría el Dr. Alberto Cormillot en referencia a la comida, pero esta vez respecto a los cohetes y fuegos artificiales de fin de año que por sugerencia y presión de los ambientalistas y defensores de los animales, brillarán por su ausencia.
   De movida debe haber un responsable que ponga el gancho para hacer el muñeco y prenderlo fuego. Para cumplir con todos los protocolos y adecuar los festejos son varias las exigencias que pretenden el Municipio, algo que alejó a varios pibes que se le atrevían a las maderas y los clavos. De todas formas, algunos ya saben que quizás “pinten” horas antes de las 12 con alguna maqueta en la esquina del barrio.
   De cientos de muñecos y festejos, el año pasado apenas superaron los 70 los anotados y esta vez la gestión de Julio Garro, lleva registrados apenas 31 muñecos y no es mucho el tiempo que les queda por delante dada cuenta que hoy cierra la inscripción.
   A los platenses se les va un año muy difícil y cargado de muchas tintas que principalmente opacaron el bolsillo y las ganas de festejar, de seguir sus tradiciones, un año más que se va, esta vuelta con un puñado de locos lindos que se registraron y otros tantos que aparecerán desde las sombras posando sus muñecos, pero de lo que no quedan dudas es que requisitos más, requisitos menos, plata más, plata menos, nos siguen quebrando la cultura.