En una nota en La Nación, Gustavo Samuelian, el nuevo dueño de la marca, adelantó que Flecha llegará a los 10 mil pares para la próxima temporada y se podrá
adquirir en la ciudad.
Flecha fue la primera marca de zapatillas argentinas de
lona. Nació en 1962 y salió al mercado rompiendo la tradición de las hechas
sólo en cuero. Lona y suela de PVC; tres años después irrumpió el más popular,
la medio básquet. La dueña era Alpargatas, que llegó a producir un millón de
pares mensuales y las instaló como un clásico hasta fines de los '70. El nuevo
dueño es el diseñador Gustavo Samuelian, quien compró la marca. Arrancó con
"casi un muestrario, 4000 pares; la idea son 10.000 para la próxima
temporada y tratar de exportar". Además, sumará indumentaria.
La vida de Flecha -como la de la Argentina- atravesó
diferentes ciclos; después del éxito inicial, cayó. En 2006 Kosiuko compró la
licencia para tener derecho a utilizar la marca; no anduvo como esperaba y
regresó a Alpargatas. Hace unos dos años Samuelian comenzó a trabajar con la
fábrica para un relanzamiento, un cambio en el diseño. El exdueño de Bolivia
-se fue hace un año-, desarrolla ahora Bonavena, trabaja con Artisan (marca de
camisas y accesorios, de sastrería súper-premium) y terminó comprándole Flecha
a Alpargatas.
"Cuando decidieron vender lo que tenían en la
Argentina, me la ofrecieron -cuenta a LA NACION-. Nunca hubiera imaginado
comprarla, pero acepté. Creo que no había funcionado lo que hicieron hace una
década porque seguían fabricándose con la misma tecnología, eran de baja
calidad; en los '60 cumplieron su función, pero ahora el mercado es otro".
Cuando tenía Bolivia en el local vendía rezagos militares y recuerda que en el
2005 un hombre al que habitualmente le compraba, le trajo unos 100 pares de
Flechas originales, nuevas."Estaban en las cajas; algunas hasta
amarillentas por los años; las vendí hasta que se terminaron; así empezó mi
historia con la marca", recuerda
La nueva Flecha es de suela vulcanizada; con lona de más
calidad. "Es otra tecnología y, por supuesto, tiene otro precio, pero aun
así es más barata que la competencia. Nunca imaginé que terminaría haciéndome
cargo de la fabricación; era algo 'inaudito, que no podía pasar nunca', pero
pasó. Me entusiasmó que fuera la primer marca de Argentina y casi la única que
queda, la que más historia tiene", dice Samuelian.
Los 4000 pares que ya se comercializan los produjo
Alpargatas, pero el diseñador ya encontró una fábrica "nacional" que
haga la nueva tanda: "Fue todo un tema; el costo pesa, pero pensé 'tengo
la primer marca nacional y la voy a fabricar en China o en Brasil ; no puede
ser'. Ya tengo alguien que la hará acá; no se trata de fundirse, pero rayaba lo
hipócrita poner una bandera argentina en la zapatilla y producirla en otro
lado. Es una manera de reivindicar la historia, no es de nacionalista",
dice.
Samuelian proyecta un buen futuro para Flecha; menciona el
caso de la marca italiana Superga, también con décadas de historia que
"ahora abre locales por todo el mundo; porqué no la podemos llevar
nosotros al mundo, mantener el mismo espíritu". Para eso busca
financiamiento. Los modelos seguirán siendo urbanos, no "tecnológicos
deportivos; sino para salir, para andar por la vida".
La comercialización -por ahora focalizada en la Ciudad de
Buenos Aires - será en locales multimarcas de ropa. "En general no tienen
acceso a zapatillas porque las grandes marcas deportivas priorizan otros
formatos; allí hay un nicho y tenemos aceptación porque Flecha es popular,
conocida. Además, es competitiva; buena calidad y buen precio", explica.
El primer modelo que salió al mercado fue el icónico, el de
suela serrucho: "La idea es hacer otros modelos y abrir también a ropa; me
lo piden artistas y músicos conocidos. Por primera vez la marca incursionará en
otros segmentos. Vamos a ir también al interior y al exterior porque el
producto se lo merece", sostuvo.Hasta que fue diseñador y trabajó con la
exdueña de la marca, Samuelian no usó Flecha. "Mi mamá me compraba la
Topper blanca, pero siempre me acuerdo que en la casa de mi abuela había unas
Flecha azules que habían sido de mi viejo; yo las miraba, pero eran muy grandes
para mí. Pensaba 'algún día las usaré", pero ese día no llegó nunca",
recuerda.