Los vecinos de
Villa Elvira viven asustados con la inseguridad que arranca en la 72 llega
hasta los confines de la localidad. La delincuencia azota la región ante la
pasividad del Estado que no vuelca medios para combatirla. Hace años que la única solución es descabezar las taquerías. La gente no cree en los operativos de control vehicular.
Robos a los
caminantes y deportistas sobre la 72, pasando a los históricos reclamos del
Barrio Monasterio que a toda hora son asolados delincuentes en la modalidad de
motochorros, sumado a los asaltos sufridos por los comerciantes de cada punto
de la región, haciendo un paso por la asamblea de vecinos de Aeropuerto y la
nueva organización barrial montada en el casco por los robos de 1 a 7 y de 72 a
80, el accionar de bárbaros que atacan y golpean a chicos a metros de la
Escuela Experimental de Barrio Jardín, queda en claro que Villa Elvira está
detonada.
Un breve
pantallazo de varios sectores de la localidad que tomaron conocimiento público
ya sea de a través de NVE u otros medios, que tampoco reflejan el total de los
actos de delincuencia que también padecen en Villa Alba, Montoro y Frisón.
Datos estadísticos
que tampoco son la mayoría, porque el vecino ya no denuncia y existen otros que
por miedo no se atreven a hacerlo por miedo a represalias. La Justicia sigue
siendo expeditiva para expulsar hacia la calle a los delincuentes que cada vez
con menos años dañan y violan la propiedad privada.
Comentan los
vecinos de cada barrio que saben quiénes roban y quiénes no, quiénes venden
drogas y por donde no. Eso se sabe y Villa Elvira lo sabe. Las autoridades
policiales, en éste caso, los más bastardeados por el vecino porque se les
reprocha el alto índice de delincuencia pero no se los desagravia ni compensa
por la falta de medios.
Es sabido que ni
la comisaría octava, los destacamentos de Aeropuerto y Ponzatti, no tienen ni
el personal suficiente ni los medios para atajar la gran demanda que contiene
Villa Elvira que va en situaciones de todo tipo, ya sea por problemas familiares,
accidentes, peleas de barras, episodios barriales, que superan los casos de
robos.
Tampoco tienen movilidad,
el comando de patrullas se encuentra descentralizado hace meses, así que las
patrullas no abundan, quizás una esté funcionando por dependencia, dejando prácticamente
la zona liberada. Cabe destacar que tantos kilómetros cuadrados que abarca la
localidad solo un puñado de cámaras de seguridad funcionan y solamente en pazos
obligados de avenidas.
Los caminantes
del servicio de la Policía Local desaparecieron con la gestión y si bien no era
realmente destacado su aporte la gente sentía, al menos en zonas de comercios y
avenidas, cierto grado de protección, porque observaba que desde la prevención
los delincuentes pensarían sus movimientos.
La crisis en seguridad se multiplica con los
reclamos de los vecinos que ya están hartos de la situación, tal es el caso de
Norma F. de Barrio Jardín que opinó que “el barrio es un desastre, la heladería
y varios comercios están alquilados por los chorros. La policía brilla por su
ausencia y a cualquier hora andan los chorritos”.
Federica S. del
mismo barrio, opinó que “andan con total impunidad por el barrio, roban las
motos de los delivery, y se quedan igual por la zona, haciéndose los guapos
confrontando a la gente, a la gente común los controles te paran infinidad de
veces, para la estadísticas, a los delincuentes nunca”.
En ese sentido, Natalia C. de la zona
del Club Molisano resaltó que “me parece que todavía no se dieron cuenta de
algo, la periferia no existe salvo para cuando necesitan votos. Mi hijo va a
Santa Rosa y hace años que no veo seguridad para los chicos en la entrada y
salida de la escuela.
El relato
de Karina y su novio Diego, ambos caminantes del circuito aeróbico de 72 de 2 a
6, contaron que “dos por tres roban a algún caminante, le sacan el celular,
plata, por lo general lo hacen en moto, en 2 y 72 le pegaron hace un tiempo un
tiro a un hombre que no quiso darles la billetera y también robaron a dos
chicos a punta de pistola a dos chicos a la altura de 4, lamentablemente es muy
común”.
Mariela, mamá de
una chica asaltada como a varios chicos en las inmediaciones de la escuela
experimental de 1 y 85, relató que “en la escuela los chicos muy asustados. Todos
los días los vienen a robar, no hay custodia policial y los padres llegamos al
punto de empezar a organizarnos nosotros, todos sabemos que son los de la 90 porque
escapan por el campo que da atrás de la Villa y llegan en minutos. Ayer le
robaron la bicicleta a una mamá. Y todos sabemos quiénes son los delincuentes y
la policía no hace nada”.
Otro lector de NVE que relató su parecer es Migue S, de la zona del Club Nuevo Unión de 13 y 74, que hizo notar que "me canso de ver los operativos que hacen tanto en 19 como en 13, una puesta en escena total, para sacarle las motos a los trabajadores, al que lleva a su hijo a la escuela, al delivery, pero nunca los vi agarrar a un chorro, nunca".
Por último, los
vecinos de 1 a 7 y de 72 a 80, cansados de los robos y escruches se juntaron
para reclamar mayor presencia policial y que se detengan la ola de inseguridad
que se abate por el lugar. Un frentista del casco de nombre Alberto definió que
“en la zona hay varios grupos de jóvenes que están a toda hora y se los ve
fumando drogas todo el tiempo, algunos conocidos y otros no tanto, y es
incesante el paso de motos, ruidos y explosiones, no hay respeto, mucho menos
seguridad. La policía no puede hacer nada porque los atrapan con drogas y
después andan caminando por el barrio, no sabemos si el peso de lo que le
sacaron se desinfla en el camino o en juzgado pero al rato andan por acá”.