En el barrio Altos de San Lorenzo de La Plata, tiene lugar
diariamente una admirable obra solidaria comandada por María y su familia. La
mujer, oriunda de Perú, arribó a nuestro país con espíritu aventurero y con la
meta de recibirse de enfermera. Pero en sus primeros pasos en su especialidad,
conoció las necesidades más crudas, y fue entonces que decidió poner en marcha
un comedor en su propia vivienda, a la cual concurren más de cuatrocientas
personas, por un plato de comida, por apoyo escolar, o por protección y contención
para víctimas de violencia de género.
“Estaba bien allá pero sentía que me faltaba algo, no sabía
que y decidí probar en este país como cualquier aventura”, contó María
Magdalena Díaz Pantoja, de 38 años. La mujer se marchó su país de origen rumbo
a territorio argentino con el afán de darle un giro a su ritmo de vida, y
también para cumplir con su anhelo de estudiar enfermería. No obstante, “al
principio fue difícil porque no conocía nada, venía sin nada, no sabía lo que
me esperaba, y como suele suceder también sufrí los embates de la
discriminación”, le confesó a “Crónica”.
Pero para salir adelante, la joven reconoció que “me la
rebusqué trabajando de todo, haciendo tareas de limpieza, cuidar pacientes en
hospitales y casas. Mientras tanto, empecé mis estudios de enfermería y gracias
a eso comencé a conocer a la gente, interiorizarme sobre sus necesidades”. Su
trabajo fue el punto de partida de una vocación, que a su vez se convertiría en
su modo de vida. Poco después de la inundación que golpeó duramente a la
ciudad, en 2013, en septiembre de ese año, María implementó una copa de leche
en su casa, de 88, entre 16 y 17, en el barrio Altos de San Lorenzo.
“Fue ahí que vi de cerca la necesidad, los pibes descalzos,
la tristeza de la gente pidiendo comida y es ahí donde la cabeza me hizo click,
y me di cuenta que eso no era vida”, argumentó Díaz Pantoja. A partir de
entonces, “empieza mi lucha, a pedir ayuda porque tenía pocas cosas. Al
principio eran diez nenes, pero en dos años se sumaron doscientas personas y la
comida no me daba abasto”, contó la titular del comedor “Todos por una
sonrisa”.
Iniciativa a la cual asisten habitualmente cuatrocientas
personas, a quienes no sólo se les entrega una porción de comida, sino también
se les brinda alfabetización a niños y a adultos de la tercera edad, y
contención y protección a mujeres víctima de violencia doméstica, mediante
talleres de género.
Al respecto, la solidaria joven dejo en claro que en su
establecimiento “el mensaje es que no están solos, que no los vamos a dejar. Yo
deje mi trabajo porque hay que estar ciento por ciento disponible para esta
gente, que es lo mínimo que puedo hacer por ellos. También cuento con el apoyo
de mi familia que me acompaña y respalda tanto en lo emocional como en lo económico”.
Para ayudar a María en su ejemplar accionar, hay que comunicarse al (0221)
156151448.