El Concejal del GEN, Gastón Crespo, se quejó por la falta de
previsión y proyección a futuro, respecto a los fenómenos climáticos y envió
una gacetilla de prensa titulada “Una
vez más, azotados por la falta de planificación”, para expresar su parecer:
El pasado viernes la región se vio expuesta nuevamente a la
falta de previsión y planificación en el manejo de alertas meteorológicas y
tormentas fuertes. Si bien es cierto que se trató de una caída muy brusca de
agua -20 milímetros en sólo 20 minutos-, la infraestructura de la ciudad
colapsó rápidamente con desagües pluviales desbordados, calles anegadas y
barrios enteros sin suministro eléctrico.
Por ejemplo, en la esquina de 12 y 66 -siendo una de las
cotas más altas del casco urbano-, brotaba una columna de agua de la boca de la
alcantarilla, indicando la saturación del desagüe y evidenciado la cantidad de
lluvia que se acumulaba en las calles. Lo mismo ocurrió en numerosos puntos de
la región.
En este sentido, mientras no se adecué la red de desagües
secundarios a la nueva realidad climática y al crecimiento desmedido de la
construcción, esta historia se repetirá una y otra vez.
Estudios meteorológicos sostienen que en 70 años nuestra
ciudad tendrá un clima similar al de la ciudad brasileña de Fortaleza. Esta
tendencia pareciera ser inevitable, con temperaturas cada vez más cálidas y
oscilantes y lluvias más frecuentes y abundantes.
Teniendo en cuenta lo acontecido en las últimas tormentas,
nos preguntamos cómo se prepara la región para afrontar este cambio climático.
¿Cuáles son las medidas tendientes a mitigar el efecto de este panorama
irreversible? No podemos resignarnos a “ser una ciudad inundable” y abandonar a
los vecinos a situaciones de riesgo permanentes.
Las obras hidráulicas que se realizaron en los últimos años
ayudan a reducir el impacto de las fuertes lluvias, pero no son suficientes si
no hay acompañamiento en temas que son de exclusiva responsabilidad del
Municipio.
Entre ellos, podemos enumerar, por ejemplo, el mantenimiento
de desagües secundarios y limpieza de cunetas; el mantenimiento de postes y
arbolado urbano; y la extensión de suelos absorbentes para evitar riesgos de
inundación, los cuales son cada vez más limitados por el crecimiento constante
y no controlado de la construcción.
Asimismo, necesitamos implementar un Plan de Contingencia y
Alerta Temprano que provea información precisa a los vecinos y los instruya
para actuar ante estas catástrofes. Este plan debe contemplar un mapeo de zonas
de riesgo; un monitoreo constante de eventos meteorológicos inminentes;
concientización y difusión de alertas comprensibles a la población; y adopción
de medidas apropiadas y oportunas en respuesta a las mismas.
En el largo plazo, necesitamos debatir y consensuar entre
todos los sectores un Plan Urbano Ambiental proyectado a por lo menos 40 años
que proponga un verdadero modelo de desarrollo urbano teniendo en cuenta el
crecimiento poblacional, la optimización de los recursos y el irreversible
cambio climático. Todo esto es posible con previsión, planificación y trabajo
calificado.