Vecinos le contaron a Noticias de Villa Elvira que los problemas se originaron con un "transa" que vive en la zona y que es blanco de ataques y de visitas a cualquier hora del día. Los frentistas viven con miedo y no se animan a denunciar.
“Es algo de locos tener que vivir así”, se lamentaron varios vecinos de Villa Elvira, por haber estado a metros de un tiroteo callejero que se produjo ayer a la tarde, en una zona transitada. La marca que quedó por el incidente -una presunta pelea cuyos orígenes se desconocen- fue la de un balazo en uno de los autos estacionados.
Eran cerca de las 15.50 cuando en la esquina de 5 y 77 bis resonaron varios estruendos. La vinculación clásica fue la misma que hicieron en el barrio: chicos tirando “cortes” con las motos.
Sin embargo, alguien detectó que en realidad eran estampidas más fuertes. Más precisamente, de un arma de fuego. Algunos valientes se animaron a asomarse a la vereda, pero otros se quedaron a resguardo, a la espera de que la situación se calmase.
De acuerdo a lo que se pudo reconstruir luego, todo se trató de un cruce entre al menos dos sujetos armados. Se presume que cada uno disparó varias veces, por lo que el escenario “se parecía a alguna película”, compararon en la cuadra.
Uno de ellos era el que se escapaba, por 5 y desde 77. Iba vestido de negro y escondía su pistola en la espalda, según trascendió.
“Cuando se quiso cubrir la espalda, se dio vuelta y tiró una vez más”, señaló un vocero policial. Ese plomo fue el que terminó pegando en el parante de una puerta de un Fiat Siena. El fugitivo después dobló en la esquina y se perdió de vista.
La dueña de ese auto se quedó demudada ante el cuadro. “De milagro no me pegaron porque justo en ese momento estaba recibiendo gente en la puerta de mi casa”, resaltó. Sólo dos metros separan el acceso a la casa y el de la cochera.
Varios vecinos se comunicaron al 911 para avisar de la situación. Según se supo de voceros del caso, uno de los involucrados en el tiroteo viviría cerca de donde se produjo la balacera.
Quedó en una incógnita el motivo por el que se peleaban.
El daño material en el auto estacionado pareció ser lo de menos, en comparación con el peligro potencial de que alguien saliera lastimado de un balazo.
“Tenemos criaturas y encima esto pasó en la mitad de la tarde, no se puede creer”, repetía la dueña del vehículo, todavía muy nerviosa.
Para graficar el panorama que caracteriza a ese barrio, ella recordó la época en la que sus hijos podían jugar tranquilos en la calle, “hace dos o tres años”. “Ahora no se puede ni salir. Tenemos miedo”, protestó.