Dicen los
investigadores policiales que presuntamente invitaba a menores de edad a mirar
pornografía. Esas fuentes también indicaron que los hacía fumar marihuana,
abusaba de ellos y los filmaba sin que lo supieran, con una cámara escondida.
Además, siempre por dichos de los mismos voceros, los extorsionaba para que no
dijeran nada. Por todas esas acusaciones gravísimas ayer cayó preso un hombre
de 35 años, vecino de Villa Elvira.
El
sospechoso mantenía, a decir de los informantes, una pantalla de hombre común y
corriente gracias a las dos actividades que se le conocían: era dueño de un
video club del barrio y además se desempeñaba como personal trainer en un gimnasio cercano al hospital San Martín.
Las direcciones en las que ocurrían los presuntos ataques se
preservan para resguardar la privacidad de las víctimas. Según el reporte
oficial, fueron cinco los afectados por esta clase de abusos.
UNA DENUNCIA TRAS OTRA
En agosto
de 2010 se empezó la investigación contra esta persona, a partir de la denuncia
que hizo el padre de un joven de 15 años, que notó en su hijo “algunos cambios
en su conducta” y que corroboró luego de una charla que “desde hacía un tiempo
a la fecha junto con otros amigos -todos menores- se juntaban con una persona
de nombre Paulo de unos 30 años en su domicilio”,
dijeron los detectives.
Lo que supuestamente ocurría en esa casa era que los
adolescentes comenzaban fumando marihuana y miraban películas porno, se explicó
en el parte policial. Los abusos aparentemente se producían en la parte final
de cada encuentro.
Los detectives empezaron a rastrear “el video club que manejaba
esta persona, donde era llamativa la concurrencia permanente de menores de
edad, quienes lejos de ser clientes permanecían por largas horas en el
comercio, y tenían una relación de extrema confianza con el dueño”, agregaron
los pesquisas.
Pasaron los años y esa causa fue sumando nuevos testimonios.
Varios padres que también notaban actitudes extrañas en sus hijos supieron
finalmente de los presuntos ataques.
Tanto en ese negocio como en la casa del acusado se habrían
registrado los abusos. Para peor de las víctimas, “el sujeto también llegó a
filmar a los menores sin su consentimiento”, añadieron.
Ese
registro configuró, según los investigadores, un elemento más para garantizar
la impunidad: “Amenazaba a los chicos diciéndoles que si
contaban algo iba a mostrar sus videos en el gimnasio a toda la gente, o los
iba a subir a Internet”,
subrayó una importante fuente.
El proceso continuó con los estudios que obliga el protocolo
legal. En ese marco, se realizaron pericias psicológicas a los menores, en las
que “se estableció que no fabulaban y que los hechos se habían dado de la forma
en que ellos manifestaban”, según se supo. En los peritajes se habría
constatado que los abusos ocurrieron “sin que el agresor tomara cuidados ni
usara preservativo”.
El año
pasado, el imputado presuntamente sabía que la Policía le seguía el rastro y “a sabiendas de
las denuncias interpuso varios recursos, que fueron desestimados uno por uno”,
indicaron los voceros.
En
diciembre de 2015 se recibió la última denuncia por un intento de abuso dentro
del gimnasio, añadieron las fuentes. Ayer, en la puerta de ese local fue donde
varios efectivos de la DDI local y, de la comisaría 9ª, lo ubicaron y
detuvieron. Habría sido identificado por la Policía como Pablo Andrés Gómez.
Los cargos que afronta incluyen “abuso sexual gravemente ultrajante y
corrupción de menores”.