Todos los días, a las 5, desde hace tres meses, Stella Maris Díaz apaga con resignación el despertador, se levanta, y casi dormida se pone a recargar los baldes vacíos con el mísero chorro que sale de la canilla del patio, la única en toda la casa que la provee de un poco de agua y sólo a esa hora de la madrugada. La escena, que parece sacada de los relatos de la época de la Colonia, la protagoniza, como un trámite cotidiano, esta madre de dos adolescentes en su hogar de 2 entre 77 y 78.
Sobra aclararlo: el esfuerzo para conseguir agua, ya como rutina, de esa familia de Villa Elvira, no es una excepción entre los usuarios de Absa. Son muchos - miles - quienes atraviesan veranos enteros de calor agobiante con el típico “hilito” que manifiesta baja presión en la red. También casi ningún barrio de la Ciudad zafa de pasar varios días consecutivos sin siquiera esa paupérrima cantidad. En esta temporada estival, particularmente, la emergencia se profundizó, con un sinfín de quejas de vecinos que tienen que gastar cientos de pesos “extra” en agua envasada para satisfacer las demandas diarias más básicas.
Por lo general, la falta de suministro se da en los días de temperatura y humedad extremas. Así estuvo sucediendo en las últimas semanas, en coincidencia con cortes de luz muy extendidos. Absa, por caso, atribuyó parte de los inconvenientes en su red a “problemas de baja tensión y cortes de energía eléctrica que dificultan el funcionamiento en algunos de los pozos de producción de agua que alimentan a varios sectores de la Ciudad”.
SEQUIA EN LOS BARRIOS
Una de las situaciones quizás más graves que se vivieron en la Región por cañerías “secas” ocurrió en Tolosa y Ringuelet hacia fines de enero, durante unos días también de intenso calor. En esa oportunidad fallaron los equipos que alimentan el acueducto de 1.200 milímetros que transporta el agua desde la planta potabilizadora de Punta Lara hasta la estación de bombeo del Bosque. El desperfecto afectó las operaciones de la subestación de rebombeo de 120 y 33 y cientos de familias tuvieron que ser asistidas durante varias jornadas con camiones cisternas que recargaron los tanques de los domicilios y bidones de agua que entregó la empresa, hasta que finalmente, el inconveniente se solucionó.
Entre tantas zonas afectadas por la “sequía”, en el barrio Aeropuerto ya no saben adónde acudir para que se regularice la provisión de agua, pues no sólo reclamaron en la firma distribuidora sino también apelaron a la intervención del Organismo de Control de Aguas de Buenos Aires - Ocaba - y de la Defensoría del Pueblo de la Provincia. La gente de varias cuadras (16 entre 609 y 610, 14 entre 609 y 610, 15 entre 609 y 610, 610 entre 13 bis y 14) comenzó advirtiendo en enero un “escaso caudal” en sus canillas hasta que desde hace unos veinte días sus viviendas dejaron de percibir la prestación. “Desde entonces no tenemos ni una gota”, resaltó Cintia Vidal, vecina de 16 entre 609 y 610 a quien personal del ente regulador visitó, luego de la presentación de sus quejas, para medir los MCA (metros de columna de agua). “El acta de comprobación que me dejaron dice que alcanza el 1,5 cuando tendría que tener entre 10 y 12. Esto no es una sensación; es algo real: no tenemos nada de agua”, recalcó, desesperada, la usuaria.
Lo llamativo en esa zona, y eso lo han advertido los vecinos, es que están rodeados de estaciones de bombeo, que son las que distribuyen el servicio. “Hay una en 16 y 610, otra en 18 y 610 y otra en 23 y 610”, precisó Luis Rodríguez.
LITIGIO A CUESTAS
Ahora, además, en medio de una crisis que muestra a los vecinos pidiendo a gritos una solución a la escasez del agua en sus domicilios, el gobierno provincial convoca a una audiencia pública, que se desarrollará el 23 de marzo próximo, para discutir un nuevo aumento en la tarifa de Absa. Este anuncio se realiza cuando sigue sin resolverse la anterior suba del servicio, que se efectivizó en 2012 - el metro cúbico se incrementó entonces hasta un 180 por ciento -, en medio de un litigio, después de que la Suprema Corte, a instancias del ex legislador Oscar Negrelli, fallara en contra del alza y a favor de los usuarios, a quienes, a partir de ese dictamen, la empresa debe devolverles, a cada uno, entre 1.500 y 3.000 pesos en concepto de cobro indebido.
La distribuidora de los servicios sanitarios no restituyó todavía los montos cobrados porque, según se adujo oportunamente, el fallo del tribunal superior no estableció el importe a devolver ni qué titulares de las unidades de facturación se beneficiarán. Por eso, se abrió una nueva instancia, a cargo del juez en lo Contencioso Administrativo Luis Arias, a partir de la cual se determinará cómo se llevará adelante el reintegro.
“Estamos esperando esa resolución y esperemos que Absa a atenga a cumplir con el fallo; si no vamos a tener que volver a la Justicia”, advirtió Negrelli.
A raíz de la crisis, a esta altura crónica, que vive la administración de Absa, el gobierno provincial baraja la posibilidad de regionalizar el suministro de agua y el sistema de cloacas en la Provincia, que quedaría en manos de los municipios. Con la iniciativa se busca hallar un esquema de funcionamiento de los servicios sanitarios más eficientes. La idea es descentralizar el esquema, que hoy funciona en su conjunto bajo la órbita de la empresa estatal.
De acuerdo a lo que se explicó, en la nueva forma de administración la región de La Plata, por caso, abarcaría, además de la capital provincial las comunas de Berisso y Ensenada, e incluso podría contemplar también a los municipios de Brandsen y Magdalena.
POCA CANTIDAD Y ¿MALA CALIDAD?
Algunas veces, las quejas no apuntan a la cantidad sino a la calidad del agua. Tal es el caso de Mercedes García, vecina de 39 entre 10 y 11, que denunció días atrás que de las canillas del edificio donde vive el agua sale salada. “Incluso más que la de mar”, subrayó la usuaria de Absa más que sorprendida por el fuerte sabor con el que llega el suministro a su domicilio. “No se puede usar ni para cocinar y tengo que estar comprando agua mineral”, añadió la mujer.
A mediados de noviembre pasado, justamente por el nivel de salinidad que presentaba el agua que bajaba de los tanques, un grupo de vecinos de Gonnet mandó a analizar muestras tomadas de las bocas domiciliarias. “Es intomable”, coincidieron en ese momento los frentistas de la zona que bordea la República de los Niños, las calles 18 y 19, de 495 a 498. Y la percepción de su paladar fue confirmada: el servicio que recibían en sus hogares contenía el triple de sal de lo considerado adecuado para el consumo humano según los resultados de los estudios efectuados en el Instituto Biológico.
En ese caso Absa determinó que el gusto intenso de un agua supuestamente potable que por propia definición debe ser “insabora”, provenía de la salinización de las napas y que debido a la detección de altos índices de cloruro de sodio en algunos sectores del suelo se habían cerrado perforaciones y reemplazado por otras.
Una situación todavía más curiosa, se vivió días atrás en la casa de Beatriz Dodero, en 116 entre 78 y 79. Como si fuera un suministro proveniente del suelo misionero, la vecina de Villa Elvira denunció que si deja decantar un rato el agua que recoge de las bocas de salida de su casa en un recipiente el fondo “es pura tierra colorada”.