Asolados por los motochorros, en una zona de Villa Elvira se vive con la incertidumbre de ser las próximas víctimas de esta clase de asaltos. Las maniobras son siempre las mismas: los ladrones buscan a mujeres que anden caminando solas por la calle, para sorprenderlas de un empujón y sacarles la cartera. Eso fue justamente lo que le pasó a una vecina de 30 años hace unos pocos días en 78 y 116.
“Eran dos en moto, uno me agarró por atrás, de un golpe me empujaron y me robaron”, resumió la víctima, que aceptó contar lo que le pasó a cambio de que no se difundiera su nombre: tiene miedo de que los delincuentes la conozcan y tomen alguna represalia. “de noche, tierra de nadie” En la zona aseguran que ven a la policía vigilando el tramo que va desde 115 a 118 a lo largo de la 78, un sector que según ellos es el más castigado. Pero esa presencia se limita a los horarios diurnos, para ir decayendo a medida que el sol empieza a caer.
“Después de las 5 de la tarde no vemos más al patrullero. Y los robos arrancan a partir de las 9 de la noche”, señaló la mujer, sobre la base de la experiencia que le tocó sufrir. Aunque ella también habla por lo que le comentan sus amigos y conocidos. “A mí no me apuntaron con armas pero a una vecina sí”, detalló la víctima.
En otros barrios aledaños la situación parece similar, según denuncia la joven. La zona cercana al hospital San Martín es una de ellas, mientras que “por barrio Jardín no se puede pasar más”, protestó. Lo más llamativo e indignante a la vez es que “son siempre los mismos”. El pedido compartido es el de mayor prevención.
“Eran dos en moto, uno me agarró por atrás, de un golpe me empujaron y me robaron”, resumió la víctima, que aceptó contar lo que le pasó a cambio de que no se difundiera su nombre: tiene miedo de que los delincuentes la conozcan y tomen alguna represalia. “de noche, tierra de nadie” En la zona aseguran que ven a la policía vigilando el tramo que va desde 115 a 118 a lo largo de la 78, un sector que según ellos es el más castigado. Pero esa presencia se limita a los horarios diurnos, para ir decayendo a medida que el sol empieza a caer.
“Después de las 5 de la tarde no vemos más al patrullero. Y los robos arrancan a partir de las 9 de la noche”, señaló la mujer, sobre la base de la experiencia que le tocó sufrir. Aunque ella también habla por lo que le comentan sus amigos y conocidos. “A mí no me apuntaron con armas pero a una vecina sí”, detalló la víctima.
En otros barrios aledaños la situación parece similar, según denuncia la joven. La zona cercana al hospital San Martín es una de ellas, mientras que “por barrio Jardín no se puede pasar más”, protestó. Lo más llamativo e indignante a la vez es que “son siempre los mismos”. El pedido compartido es el de mayor prevención.