La calle 2 vuelve a ser escenario de un robo en la localidad. La arteria desde 74 a 80, es paso constante de motos y automóviles por la gran cantidad de puestos de venta de drogas que hay en la región.
Otra vez, un grupo de ladrones aprovechó que una familia estaba fuera de su casa por los festejos navideños e irrumpió en el domicilio para desvalijarlo. Pero tal vez por apuro o, algo de impericia, terminó por llevarse menos de lo que tenía preparado.
Sí consiguió algo invisible para sus intereses delictivos: dejar a una familia muy asustada y obligada a enrejarse. En los primeros minutos de la madrugada de ayer, las víctimas regresaron desde Parque Sicardi hasta su casa de 2 entre 79 y 80, en Villa Elvira.
Ni bien abrieron la puerta descubrieron que un plasma estaba fuera de lugar y adivinaron el resto: “Ahí nomás me di cuenta de que nos habían robado”, aseguró Guillermo. Cuando recorrieron la vivienda pudieron reconstruir el trayecto de los ladrones: primero saltaron la medianera de un vecino y después forzaron el ventiluz de un baño de la planta alta. Los delincuentes -no se sabe cuántos fueron- no dejaron ni un rincón sin revisar.
Tras su paso, quedaron cajones tirados y hojas desparramadas. “No parecía nuestra casa”, describió Liliana, la otra dueña de la casa. “Buscaban plata, eso es seguro. Encontraron 10 mil pesos que teníamos para pagar algunas cuentas y para los gastos del resto de las Fiestas”, agregó la mujer en diálogo con este medio.
Los delincuentes tuvieron preparado un bolso con las otras pertenencias para llevarse: zapatillas, ropa, una cámara digital, un celular y joyas. Pero no alcanzaron a robárselo, debido a que apareció todo abandonado en el techo de un vecino. “Se ve que no se lo pudieron llevar. Tal vez por el apuro, puede ser que hayan visto que llegábamos y se fueron rápido”, especuló Guillermo.
Fue muy poco lo que la Policía Científica pudo aclarar al respecto. En un televisor que también estuvieron a punto de llevarse, los ladrones dejaron algunas huellas digitales sobre la pantalla. “Pero cuando hicieron la prueba con polvillo, no pudieron sacar nada de información”, señaló el hombre.
CAMBIO DE HABITOS
Lejos parecen haber quedado para el matrimonio los tiempos en los que podían sentarse en la vereda a tomar algo con los vecinos. “Hace tres años que el barrio se puso tremendo”, evaluaron. Puertas adentro también se empieza a evidenciar ese cambio de hábito: “Ahora voy a tener que poner rejas por todos lados. Voy a enjaularme como un león”, comparó Guillermo. No es para menos. Este episodio, aunque no los encontró a ellos cara a cara con los delincuentes, los dejó con miedo para los meses que siguen. “Sentimos una mezcla de desesperación e impotencia, porque tampoco sabemos de qué forma protegernos o ir a trabajar tranquilos”, cerró Liliana.
Otra vez, un grupo de ladrones aprovechó que una familia estaba fuera de su casa por los festejos navideños e irrumpió en el domicilio para desvalijarlo. Pero tal vez por apuro o, algo de impericia, terminó por llevarse menos de lo que tenía preparado.
Sí consiguió algo invisible para sus intereses delictivos: dejar a una familia muy asustada y obligada a enrejarse. En los primeros minutos de la madrugada de ayer, las víctimas regresaron desde Parque Sicardi hasta su casa de 2 entre 79 y 80, en Villa Elvira.
Ni bien abrieron la puerta descubrieron que un plasma estaba fuera de lugar y adivinaron el resto: “Ahí nomás me di cuenta de que nos habían robado”, aseguró Guillermo. Cuando recorrieron la vivienda pudieron reconstruir el trayecto de los ladrones: primero saltaron la medianera de un vecino y después forzaron el ventiluz de un baño de la planta alta. Los delincuentes -no se sabe cuántos fueron- no dejaron ni un rincón sin revisar.
Tras su paso, quedaron cajones tirados y hojas desparramadas. “No parecía nuestra casa”, describió Liliana, la otra dueña de la casa. “Buscaban plata, eso es seguro. Encontraron 10 mil pesos que teníamos para pagar algunas cuentas y para los gastos del resto de las Fiestas”, agregó la mujer en diálogo con este medio.
Los delincuentes tuvieron preparado un bolso con las otras pertenencias para llevarse: zapatillas, ropa, una cámara digital, un celular y joyas. Pero no alcanzaron a robárselo, debido a que apareció todo abandonado en el techo de un vecino. “Se ve que no se lo pudieron llevar. Tal vez por el apuro, puede ser que hayan visto que llegábamos y se fueron rápido”, especuló Guillermo.
Fue muy poco lo que la Policía Científica pudo aclarar al respecto. En un televisor que también estuvieron a punto de llevarse, los ladrones dejaron algunas huellas digitales sobre la pantalla. “Pero cuando hicieron la prueba con polvillo, no pudieron sacar nada de información”, señaló el hombre.
CAMBIO DE HABITOS
Lejos parecen haber quedado para el matrimonio los tiempos en los que podían sentarse en la vereda a tomar algo con los vecinos. “Hace tres años que el barrio se puso tremendo”, evaluaron. Puertas adentro también se empieza a evidenciar ese cambio de hábito: “Ahora voy a tener que poner rejas por todos lados. Voy a enjaularme como un león”, comparó Guillermo. No es para menos. Este episodio, aunque no los encontró a ellos cara a cara con los delincuentes, los dejó con miedo para los meses que siguen. “Sentimos una mezcla de desesperación e impotencia, porque tampoco sabemos de qué forma protegernos o ir a trabajar tranquilos”, cerró Liliana.