Había obtenido la libertad condicional después de haber estado preso por robos, pero eso no le impedía aterrorizar y desvalijar a sus propios vecinos. Esto le valió el apodo de “rastrero”, ya que, entre otras cosas, lo acusan de cobrar “peajes” en el barrio como condición para no escruchar las casas. Ayer, finalmente, la policía lo puso de nuevo tras las rejas. “El rastrero”. Así lo apodaban los habitantes de Villa Alba, en Villa Elvira.
Según fuentes oficiales, en ese barrio el detenido manejaba una organización que se abocaba a vaciar las humildes casas de los vecinos, a donde irrumpía a plena luz del día, cuando los moradores salían para ir a sus trabajos. Cuando los vecinos volvían y encontraban sus viviendas violentadas “iban a la comisaría para radicar la denuncia, o, en algunos casos, derecho a la casa del ‘rastrero’, porque ya se sabía quién era el autor de los robos”, dijo un investigador. A partir de ese momento y sus cómplices comenzaban a “visitar” a las víctimas “amenazándolas con armas de fuego y hasta baleando los frentes de sus viviendas, para amedrentarlas y mantenerlas en silencio”, agregó la misma fuente.
De acuerdo a lo que se pudo establecer, existen al menos seis causas por amenazas agravadas y abuso de armas de fuego. Como si todo esto fuera poco, el aprehendido y su “organización”, habrían montado una suerte de peaje en su barrio. Por lo que contaron los damnificados, debían pagar sumas que no bajaban de los veinte pesos para garantizar que su casa no fuera saqueada apenas salían para su trabajo.
Según fuentes oficiales, en ese barrio el detenido manejaba una organización que se abocaba a vaciar las humildes casas de los vecinos, a donde irrumpía a plena luz del día, cuando los moradores salían para ir a sus trabajos. Cuando los vecinos volvían y encontraban sus viviendas violentadas “iban a la comisaría para radicar la denuncia, o, en algunos casos, derecho a la casa del ‘rastrero’, porque ya se sabía quién era el autor de los robos”, dijo un investigador. A partir de ese momento y sus cómplices comenzaban a “visitar” a las víctimas “amenazándolas con armas de fuego y hasta baleando los frentes de sus viviendas, para amedrentarlas y mantenerlas en silencio”, agregó la misma fuente.
De acuerdo a lo que se pudo establecer, existen al menos seis causas por amenazas agravadas y abuso de armas de fuego. Como si todo esto fuera poco, el aprehendido y su “organización”, habrían montado una suerte de peaje en su barrio. Por lo que contaron los damnificados, debían pagar sumas que no bajaban de los veinte pesos para garantizar que su casa no fuera saqueada apenas salían para su trabajo.