Poco después de las 4.30 de la madrugada de ayer, Emmanuel García (28) volvía a su casa en Villa Elvira después de un asado con amigos. En el camino, cuando pasó por diagonal 73 y bulevar 84, vio a un hombre que había tenido un accidente. No lo dudó y se bajó a ayudar: estuvo 40 minutos intentando mover a la camioneta encallada en una zanja. Cuando el auxilio estaba por terminar, aparecieron tres ladrones armados que convirtieron todo en una pesadilla. “Supongo que no tenía nada que ver el hombre accidentado con los ladrones.
Fue un robo al voleo”, supuso el joven, que dejó en el asiento de atrás a su hija de siete años, mientras le daba una mano al conductor de una Jeep. Emmanuel hizo oídos sordos al “no te metás” y con una cadena atada a su Mitsubishi Montero estaba listo para rescatar al otro vehículo. Tres ladrones jóvenes, cada uno de ellos con un arma en el bolsillo, aparecieron en escena y empezaron a amenazar a ambos. “Cuando se me acercó el primero, sacó un revólver calibre 38 y me pegó tres culatazos en la cabeza”, relató la víctima a este diario. Aunque esos embates fueron intensos y comenzaron a provocarle los primeros cortes, el hombre no perdió el conocimiento. De hecho, fue él quien les entregó a los ladrones su celular y los 500 pesos que tenía en la billetera. Un minuto después, le siguieron pegando. Cuando todo terminó, la víctima logró establecer que lo habían golpeado en repetidas oportunidades.
“No tenían más para llevarse y fueron por la camioneta”, sostuvo Emmanuel. Y así fue: primero uno y luego otro delincuente se subieron a la Mitsubishi. Aunque estaba aturdido por la golpiza, el muchacho notó que los ladrones casi se escapan con su hija a bordo y reaccionó: “Me metí a la camioneta, saqué a mi hija y me tiré al piso cubriéndola a ella con el cuerpo”, contó. La réplica de los asaltantes casi termina en tragedia: entre dos ladrones, le apoyaron en la nuca sus armas en dos momentos distintos y le gatillaron en total ocho veces. “Todavía no sabemos bien por qué no salieron las balas”, afirmó el padre del joven.
Del “¡matalo!” al “¡dejá, vamos!” pasaron unos pocos segundos, aunque parecieron eternos. Al final, los ladrones se escaparon en la camioneta del damnificado, que aún no apareció. El padre de Emmanuel fue a auxiliarlo y lo llevó al Instituto del Diagnóstico de 62 entre 2 y 3. “Pareciera que estos tipos no tienen freno ni códigos. ¿Cómo se van a llevar a una nena de siete años?”, exclamó el abuelo horrorizado.
“Hasta que no cambie el sistema de cuadrículas y se equipe bien a los policías, esto va a empeorar”, opinó por último el padre de Emmanuel, que es jubilado con 30 años en esa fuerza.
Fue un robo al voleo”, supuso el joven, que dejó en el asiento de atrás a su hija de siete años, mientras le daba una mano al conductor de una Jeep. Emmanuel hizo oídos sordos al “no te metás” y con una cadena atada a su Mitsubishi Montero estaba listo para rescatar al otro vehículo. Tres ladrones jóvenes, cada uno de ellos con un arma en el bolsillo, aparecieron en escena y empezaron a amenazar a ambos. “Cuando se me acercó el primero, sacó un revólver calibre 38 y me pegó tres culatazos en la cabeza”, relató la víctima a este diario. Aunque esos embates fueron intensos y comenzaron a provocarle los primeros cortes, el hombre no perdió el conocimiento. De hecho, fue él quien les entregó a los ladrones su celular y los 500 pesos que tenía en la billetera. Un minuto después, le siguieron pegando. Cuando todo terminó, la víctima logró establecer que lo habían golpeado en repetidas oportunidades.
“No tenían más para llevarse y fueron por la camioneta”, sostuvo Emmanuel. Y así fue: primero uno y luego otro delincuente se subieron a la Mitsubishi. Aunque estaba aturdido por la golpiza, el muchacho notó que los ladrones casi se escapan con su hija a bordo y reaccionó: “Me metí a la camioneta, saqué a mi hija y me tiré al piso cubriéndola a ella con el cuerpo”, contó. La réplica de los asaltantes casi termina en tragedia: entre dos ladrones, le apoyaron en la nuca sus armas en dos momentos distintos y le gatillaron en total ocho veces. “Todavía no sabemos bien por qué no salieron las balas”, afirmó el padre del joven.
Del “¡matalo!” al “¡dejá, vamos!” pasaron unos pocos segundos, aunque parecieron eternos. Al final, los ladrones se escaparon en la camioneta del damnificado, que aún no apareció. El padre de Emmanuel fue a auxiliarlo y lo llevó al Instituto del Diagnóstico de 62 entre 2 y 3. “Pareciera que estos tipos no tienen freno ni códigos. ¿Cómo se van a llevar a una nena de siete años?”, exclamó el abuelo horrorizado.
“Hasta que no cambie el sistema de cuadrículas y se equipe bien a los policías, esto va a empeorar”, opinó por último el padre de Emmanuel, que es jubilado con 30 años en esa fuerza.