Poco después de las 17.30, algunos vecinos de 74 entre 6 y 7 vieron que desde una casa ubicada a mitad de cuadra empezaba a salir humo. “Pensábamos que estaban quemando pasto, por eso no nos preocupamos”, admitieron. Pero en realidad se acababa de desatar un incendio de importantes dimensiones, a raíz de una aparente falla eléctrica.
Dentro de la vivienda se encontraba un hombre, que en los primeros minutos no había podido a salir. “De casualidad llegué yo, si no se moría adentro”, aseguró la dueña de la casa, desconsolada por la situación. La mujer volvía a su domicilio sin que nadie le hubiera avisado de lo que pasaba. Después de rescatar a su marido de entre las llamas, comenzó a pedir auxilio. Además de los policías de la zona, que se acercaron rápido desde la comisaría 8ª, ubicada a media cuadra, al lugar llegó una dotación de bomberos y más tarde una segunda de refuerzo.
Los rescatistas, se indicó, se encargó del primer tramo de los trabajos: derribaron las puertas con mazas y atacaron los focos de fuego. “Uno de los ambientes más castigados fue la cochera, de donde se desprendía la mayor cantidad de llamas”, aclaró una fuente en el lugar de los hechos. Después de varios minutos de trabajo intenso, el humo gris, que provocó dificultades en varas cuadras a la redonda, comenzó a disminuir.
Alrededor de 30 personas se habían agrupado para observar lo que pasaba. Aparentemente, el hecho de que nadie sospechara que se trataba de un incendio de proporciones, fue lo que provocó que el fuego alcanzara buena parte de muebles, ropa y otros objetos inflamables dentro de la finca. Si bien ninguna persona resultó herida después del siniestro, la acción de los bomberos no bastó para evitar que la casa sufriera “daños importantes”, según señalaron fuentes policiales.
Desesperada por el paisaje dantesco y, consciente de que ahora le espera un esfuerzo mayor para reponerse a lo ocurrido, la familia damnificada no pudo contener el llanto, más allá de las muestras de acompañamiento y solidaridad de algunos de sus vecinos. “No puedo más. No lo puedo creer”, repetía entre lágrimas la dueña del inmueble