Vecinos de Villa Montoro se movilizaron a la comisaría
A veces el destino oculta esas trampas insospechadas. Todas las mañanas, Juan Carlos Medina Fleitas (35) iba desde Villa Montoro hasta el edificio céntrico donde trabajaba como portero, acompañado por un vecino, que lo acercaba en su moto. Pero ayer, ocasionalmente, tuvo que tomar un micro para hacer ese recorrido. Y cuando caminaba hacia la garita lo sorprendió el peor rostro de la inseguridad extrema en la ciudad: un delincuente lo abordó para robarle y le dio cinco puñaladas letales.
Medina apenas pudo caminar unos 3 metros y cayó malherido en la puerta de una casa de 97 y 117. Tenía sangre en todo el cuerpo. Con sus manos se apretaba una profunda herida en el estómago. “¿Qué te pasó? ¿Te asaltaron?”, le preguntó, desesperada, la dueña de la vivienda. El portero apenas pudo mover la cabeza afirmativamente. “Te pido una ambulancia”, dijo la mujer. Medina asintió, con otro leve movimiento del cuerpo. Fue lo último que hizo: cinco minutos después, cuando la Policía y los médicos llegaron a la escena, ya el hombre estaba muerto.
El presunto autor de ese salvaje crimen es un delincuente que en febrero pasado había recuperado la libertad, tras haber estado preso en una unidad carcelaria del Servicio Penitenciario Bonaerense.
Pocos minutos después de atacar a Medina, apuñaló en la pierna a una mujer de 30 años que iba a tomar un micro a la misma parada. “Los médicos me dijeron que nací de nuevo”, aseguró a EL DIA Eva, la víctima (ver recuadro).
Al final, personal de la DDI La Plata, a las órdenes del comisario mayor Juan Ibarra, detuvo al supuesto autor, un hombre de 30 años que vive a pocas cuadras de donde se concretaron los ataques.
Puñaladas mortales
El crimen se cometió alrededor de las 7.30. Medina, que llegó a nuestro país hace 6 años, oriundo de su Paraguay natal, salió a esa hora rumbo a su trabajo en un edificio de 3 y 53. Caminaba hacia la garita de 96 y 117. Sin embargo, una cuadra antes, en el medio de la calle, el delincuente lo amenazó con un cuchillo para robarle.
Aún no está claro si el hombre se resistió. Lo único que tenía de valor era una mochila y algo de efectivo. Pero el delincuente actuó de forma feroz: le dio cinco puñaladas a su víctima, la más grave a la altura del estómago. Luego escapó.
Medina, que vivía en ese barrio hace seis meses junto a su pareja, caminó como para pedir ayuda. Apenas pudo avanzar unos pocos metros y cayó contra el enrejado de una casa. Los vecinos no tardaron en auxiliarlo. Pero el hombre murió desangrado.
El hombre de 30 años detenido por el crimen de Medina había salido de la cárcel en febrero.
El fiscal Juan Cruz Condomí Alcorta se hizo presente en el lugar del hecho e impartió las instrucciones a seguir.
Y personal del Gabinete de Homicidios de la DDI, con la participación del subcomisario Cáceres, capturó al sospechoso cuando intentó esconderse en una casa de 94 entre 115 y 116. Lo atraparon oculto debajo de una cama. Le secuestraron ropa similar a la que habían descrito las víctimas y los testigos. Además, la Policía secuestró prácticamente todo lo que le habían robado a la mujer.
El brutal ataque conmocionó a las habitantes de ese sector de Villa Montoro y movilizó a los integrantes de la comunidad paraguaya. Denunciaron que hace tiempo la inseguridad es implacable en ese barrio (ver página 27). Es que el pasado sábado 1 de diciembre de esta año había sido asesinado Carlos M. Fonseca, enfermero del SPB, también durante un asalto y mientras esperaba el colectivo en una garita.
Así, en menos de dos semanas, la locura criminal se llevó la vida de dos trabajadores que se disponían a tomar un micro en el mismo barrio. Dos muertes conmocionantes y fatalmente similares.