Correo de Lectores


UN GIRO A LA IMBECILIDAD


Hace unos años podíamos leer en un distribuidor vial de la zona una frase que impactaba tanto por lo verídica como por lo ignorada entre la población al volante: “Cada maniobra de transito permite un acto de cortesía”.
Si en nuestra ciudad el grado de convivencia y respeto al prójimo se midiera por las acciones diarias de quienes conducen vehículos a motor por sus diferentes arterias, realmente estamos ante una situación alarmante como Sociedad y como individuos supuestamente civilizados integrantes de la misma.
Vivimos en una metrópoli con un auto cada dos personas, por lo cual desatender de alguna manera esta problemática resultaría una omisión semejante a la de dejar sin policía las calles porque, reconozcámoslo, como decía una vieja campaña, un vehículo es un arma y permitir que alguien dispare indiscriminadamente en una zona plagada de peatones, ciclistas, automovilistas es ser cómplices de un asesinato anunciado.
Nunca permitiríamos que alguien practique tiro al blanco en Plaza San Martín. ¿Por qué entonces permitimos tantas imbecilidades y tantos imbéciles al volante?
Un energúmeno que al comando de un automóvil, con el único objetivo de sacar cierta ventaja temporal realiza maniobras peligrosas, se defeca en las normas de tránsito, en el respeto a los demás, en la vida propia y ajena, no puede ser calificado menos que de imbécil. Y lamentablemente, por lo que veo cada día que atravieso la ciudad, La Plata es un crisol de imbéciles en 4 (y en 2) ruedas.
Un pequeño experimento casero consistente en filmar una esquina semicéntrica durante unos minutos, arrojó los siguientes resultados: pasaron o doblaron 36 vehículos. 6 pararon sobre la senda peatonal sin motivo aparente (4 eran taxis), cuatro cruzaron con luz roja y de los 20 que doblaron solo 3 pusieron la luz de giro y absolutamente ninguno respetó la prioridad de paso de los peatones en las esquinas. A pocos metros de ahí un inspector de Control Urbano ponía todo su empeño en pegar calcomanías naranjas, como si alguna vez se hubiese muerto alguien por un auto mal estacionado!!
De las infracciones menos mencionadas por los medios informativos, menos sancionadas y menos observadas por quienes deben velar por nuestra seguridad, pero a la vez las que mas se comentan y reconocen en charlas de amigos tenemos: abrir la puerta sobre la calle sin mirar si viene alguien por atrás, estacionar en doble fila en carriles rápidos, taxistas que estacionan en doble fila en una cuadra donde hay… un solo auto estacionado!!,  peatones que cruzan sin mirar hablando por celular, enviando mensajes de texto o cantando (“Polvo en el viento” tal vez?) mientras escuchan su MP3 y, por sobre todo, doblar sin la correspondiente luz de giro. Esta infracción, mencionada en varias leyes y decretos de Tránsito como maniobra obligatoria es recurrente, molesta, peligrosa. Representa una verdadera falta de respeto hacia los demás automovilistas y no permite en muchos casos a los peatones saber si pueden cruzar o no en una esquina.
Considero que la principal causa de accidentes de tránsito es casualmente no saber qué es lo que piensa hacer el otro. Y la correcta utilización tanto de las luces de giro como de las balizas, ayuda a comunicarlo y, por lo tanto evitar accidentes. Es como si a un arquero le avisan a donde le van a patear el penal: tiene más de un 90% de posibilidades de atajarlo.
En Estados Unidos pueden llegar a encarcelar a un conductor que maneje con una luz defectuosa. Acá hacen maniobras insólitas sin siquiera tomarse el trabajo de bajar la palanquita de luz de giro y siguen como si nada.
Hace un año y medio una señora me chocó la moto por girar sin luz. Ante mi reclamo sólo atinó a decir: “es que no puedo hacer todo a la vez!!”. Me dejó sin palabras. Y cómo es posible entonces que a una persona que no pueda doblar, mirar y poner la luz de giro la hayan habilitado para conducir un automóvil?? Aterra pensar la cantidad de sujetos así con que nos podemos encontrar en cada esquina. Créanme que son muchos. Manejamos mal. Por ineptitud o por soberbia, pero manejamos mal. Y el cambio no es fácil porque más que nada es un problema cultural. Manejamos como argentinos.
¿Que se puede esperar de una Sociedad conductiva cuya evaluación de aptitudes para la conducción pasa por un examen teórico donde memorizan una cantidad de respuestas para la ocasión que se olvidan completamente una vez que salen a la calle y un práctico cuya única dificultad es demostrar que se sabe estacionar, como si la habilidad de estacionar fuese suficiente para evaluar las capacidades conductivas y hasta psicológicas de un aspirante a manejar un arma entre la multitud.?
Resultó alarmante también durante las elecciones del 2011 la falta de propuestas concretas de todos y cada uno de los candidatos hacia la problemática del Tránsito.
Poco es lo que se puede esperar entonces si no reclamamos como Sociedad ya no tan sólo Seguridad contra la delincuencia sino políticas activas de Seguridad Vial. Ambas áreas se llevan vidas y la más evitable es la segunda.
Reformulación de la metodología evaluativa de aspirantes a conductores, mayor presupuesto destinado al área de la prevención, adopción de políticas viales implementadas en otras localidades que hayan demostrado ser útiles, privilegiar la prevención y sanción de acciones peligrosas por sobre las medidas puramente recaudatorias, otorgar mayor participación a las ONGs especializadas en el tema, endurecimiento de las leyes de Tránsito hasta equiparar la tenencia de un auto con la de un arma, quita de licencias, capacitación y sueldos dignos a quienes controlan el Tránsito, tareas comunitarias a los infractores, son algunas de las propuestas que se podrían evaluar para dejar de sentir que cuando salimos a la calle no sabemos si vamos a volver.
Ignorar esta realidad, estas propuestas, estas necesidades seria ni más ni menos que un nuevo giro a la imbecilidad.



Oscar Walter Sanchez *

* Peaton
Ciudadano
Conductor