Vecino destacado vive en Villa Elvira


El Dia- A Carlos Andrés Reche la vida lo golpeó con dureza. A él, a sus padres y a sus 5 hermanos. “Yo era adolescente, iba al colegio (Media 11), y nos quedamos en la calle porque no podíamos pagar el alquiler. Vivíamos en La Cumbre”, recuerda, para contar que “ahora vivimos en el Hogar del Padre Cajade”. “Lo único que quiero es terminar la secundaria para empezar la carrera de Derecho”. El joven de 22 años -que perdió varios de estudio mientras deambulaba de hogar en hogar- llegará a la facultad con excelentes antecedentes académicos. Pese a que trabaja todo el día, hoy es el abanderado de la Escuela N° 43 con “nueve y pico” de promedio. Está devolviendo el golpe, y por el mejor camino.
Durante la pausa que hace para comer en la imprenta de 72 y 28, adonde llegó recomendado por el encargado de la casa de encuadernación del Padre Cajade, Andrés lamenta haber perdido esos años de escuela. “Además, fueron muy duros. Mis hermanos eran chicos y vivíamos en hogares de paso, en El Retiro, en Ensenada”, rememora.
Tres años atrás los acercaron al “Hogar Cajade” y las cosas tomaron un rumbo distinto. “Nos prestaron una casa hasta que consigamos una propia”, apunta el alumno modelo del colegio de 7 y 643, y comenta que “mi papá Daniel ahora trabaja en una agencia de remises y nos podemos mantener”.
No deja afuera a nadie de su familia. “También vivo con mi mamá Mirta y mis hermanos Jonathan (20), Lucas (18), Mayra (17), Fiamma (13) y Abril (11)”, enumera, para resaltar que “todos estudian, lástima que también se retrasaron por lo que tuvimos que pasar. Pero a todos les va bien en el colegio”, realza.
Pese a que su futuro está decidido y es la abogacía, y si bien Andrés no recuerda exactamente su promedio general -“nueve y pico”, dice-, lo que sí tiene en claro es que lo que mejor se le da son los números. “En Matemática siempre me saco diez”, dice orgulloso.
UN DIA EN LA VIDA
Andrés Reche es tan sencillo como se lo intuye a primera vista. Algo introvertido, pero dado a la charla cuando entra en confianza. Juan, el portero de la escuela al que tanto quiere porque “siempre está ayudando a todos los chicos”, lo describe como un muchacho “excepcional, que realmente hace un esfuerzo gigante por superarse”.
Pero él cuenta un día en su vida con naturalidad. Desde el Hogar del Padre Cajade -en 643 entre 12 y 13- viaja todas las mañanas hasta la imprenta de 72 y 28. Trabaja de 8 a 16, por lo que le queda poco tiempo para prepararse e ir a tomar el 307 a 137 y 72, ya que a las cinco entra a la escuela, donde cursa en horario nocturno.
¿Y cuándo estudiás? “En los recreos, o los fines de semana. Pero la verdad es que trabajo mucho en clase, entonces las cosas me quedan grabadas”, dice Andrés, quien detalla que tuvo que retomar el colegio en 4° año. “Ya estoy en 6°, a punto de terminar”, apunta, y se le ilumina la mirada.
Le gusta jugar al fútbol y reunirse con amigos. “Y cocinar, algo que aprendí en la panadería del hogar. Para el cumpleaños de mi hermana, todo lo dulce lo hice yo”, resalta con orgullo.