"La delicia mía era bailar", cuenta con sonrisa franca y ojos luminosos Nélida Andrade, la vital y coqueta centenaria que ayer en Villa Elvira comenzó a festejar el peculiar cumpleaños junto a su numerosa familia. Mientras espera ansiosa la reunión que el próximo sábado congregará a todos sus descendientes, confiesa que el secreto de la longevidad está en rodearse de afectos y tener una personalidad tranquila.
Poseedora de un caracter jovial, Nélida esquiva alegremente cada uno de los achaques propios de las personas mayores: camina erguida y sin ayuda, se encarga de su cuidado personal, lava, plancha y hasta cocina. Pero como de momentos placenteros también se nutren sus días, asegura que le encanta ver programas de televisión, leer el diario sin anteojos, cantar tangos y hasta animarse a bailar alguna milonga en las reuniones familiares.
Nélida nació en Navarro el 20 de abril de 1911 y aunque revela con picardía que tuvo muchos novios, Héctor Mario González fue el que se quedó con su corazón y con el que formó una familia que creció con la llegada de 11 hijos, incontables nietos, 49 bisnietos y 30 tataranietos. Al quedar viuda decidió venir a La Plata, ciudad en la que vive junto a buena parte de los suyos desde el año '55.
"Mamá es muy compañera, está todo el día conversando y lo gracioso es que todavía me trata como si fuera chica", cuenta Dora, una de sus hijas más chicas y con la que convive desde que llegó a la ciudad. Juan Ramón, Alberto, Héctor, Jorge y María Josefa, sus otros hijos, también coinciden en que "lo mejor de mamá es su espíritu".
ARMONIA
Vivir en un clima de armonía y tener un caracter sereno son parte de los consejos que se anima a dar esta activa centenaria que arranca sus días muy temprano y que prescinde de los remedios para sentirse bien. "Ella tiene una gran paz, come de todo y le gusta tomarse su copita de vino", agrega su hija.
Las más jóvenes de la familia aseguran que quieren heredar la salud de la abuela y como en tantas charlas, ella sostiene que haber abandonado el hábito de fumar fue una de las mejores cosas que hizo por su bienestar. "Fumé hasta los 90, pero un día me di cuenta que tenía que dejar", confiesa la cumpleañera.
El alboroto familiar la encuentra plena, como si los años cumplidos sólo fueran para ella un dato menor. Por eso no llama la atención verla jugar con los más pequeños, bromear con sus hijos o, pendiente de todos los detalles, posar para la foto con una amplia sonrisa.
Poseedora de un caracter jovial, Nélida esquiva alegremente cada uno de los achaques propios de las personas mayores: camina erguida y sin ayuda, se encarga de su cuidado personal, lava, plancha y hasta cocina. Pero como de momentos placenteros también se nutren sus días, asegura que le encanta ver programas de televisión, leer el diario sin anteojos, cantar tangos y hasta animarse a bailar alguna milonga en las reuniones familiares.
Nélida nació en Navarro el 20 de abril de 1911 y aunque revela con picardía que tuvo muchos novios, Héctor Mario González fue el que se quedó con su corazón y con el que formó una familia que creció con la llegada de 11 hijos, incontables nietos, 49 bisnietos y 30 tataranietos. Al quedar viuda decidió venir a La Plata, ciudad en la que vive junto a buena parte de los suyos desde el año '55.
"Mamá es muy compañera, está todo el día conversando y lo gracioso es que todavía me trata como si fuera chica", cuenta Dora, una de sus hijas más chicas y con la que convive desde que llegó a la ciudad. Juan Ramón, Alberto, Héctor, Jorge y María Josefa, sus otros hijos, también coinciden en que "lo mejor de mamá es su espíritu".
ARMONIA
Vivir en un clima de armonía y tener un caracter sereno son parte de los consejos que se anima a dar esta activa centenaria que arranca sus días muy temprano y que prescinde de los remedios para sentirse bien. "Ella tiene una gran paz, come de todo y le gusta tomarse su copita de vino", agrega su hija.
Las más jóvenes de la familia aseguran que quieren heredar la salud de la abuela y como en tantas charlas, ella sostiene que haber abandonado el hábito de fumar fue una de las mejores cosas que hizo por su bienestar. "Fumé hasta los 90, pero un día me di cuenta que tenía que dejar", confiesa la cumpleañera.
El alboroto familiar la encuentra plena, como si los años cumplidos sólo fueran para ella un dato menor. Por eso no llama la atención verla jugar con los más pequeños, bromear con sus hijos o, pendiente de todos los detalles, posar para la foto con una amplia sonrisa.