Extraido de la Página del Dr Marcelo Romero - Fiscal Platense
Cada vez que un político pretende seducir al electorado, promete -entre otas cosas- soluciones concretas al problema de la inseguridad ciudadana.
Planes, programas, tácticas, estrategias, eslóganes y otras fórmulas ocupan sus discursos para enamorar al votante…
Sin embargo, la tarea no es sencilla. Por el contrario, es ciclópea…
Hay que quedar bien con Dios y con el diablo…Y, a ambos, hay que mentirles…
Al ritmo de las encuestas de opinión y de los sondeos de imágen, hay que prometer el endurecimiento de las leyes penales (más figuras delictivas, penas más severas, menos beneficios para el delincuente), pero también hay que instalar axiomas milenarios, tales como “Es una cuestión de educación”…”El delito es tan viejo como el Hombre”…Y otras obviedades…
También, hay que coquetear con las posiciones “progre” y con los postulados anarco-abolicionistas, dejando deslizar cierto desprecio por las fuerzas policiales o el sistema penal en general (“agencias del aparato represivo”, según el lenguaje en boga en los cenáculos del penalismo criollo).
No puede estar ausente en el discurso pre-electoral respecto de la inseguridad, la cuestión de la “inclusión social”, para evadir la controversia de fondo y mezclar el problema del delito y del delincuente con las desigualdades sociales, las injusticias en la distribución de la riqueza, la falta de oportunidades y otras cuestiones que nada tienen que ver con las políticas de seguridad que pueda implementar un funcionario o un aspirante a serlo…De la misma manera que un juez o un fiscal no resuelve cuestiones educativas, sanitarias o laborales…
Eludiendo, por supuesto, el tema del narcotráfico y del consumo masivo de estupefacientes, como principal causa eficiente de la criminalidad.
En definitiva, dilemas de la clase dirigente a la hora de prometernos la panacea o la vieja estrategia de “cambiar todo, para que nada cambie”…
Argentina explícita.
Cada vez que un político pretende seducir al electorado, promete -entre otas cosas- soluciones concretas al problema de la inseguridad ciudadana.
Planes, programas, tácticas, estrategias, eslóganes y otras fórmulas ocupan sus discursos para enamorar al votante…
Sin embargo, la tarea no es sencilla. Por el contrario, es ciclópea…
Hay que quedar bien con Dios y con el diablo…Y, a ambos, hay que mentirles…
Al ritmo de las encuestas de opinión y de los sondeos de imágen, hay que prometer el endurecimiento de las leyes penales (más figuras delictivas, penas más severas, menos beneficios para el delincuente), pero también hay que instalar axiomas milenarios, tales como “Es una cuestión de educación”…”El delito es tan viejo como el Hombre”…Y otras obviedades…
También, hay que coquetear con las posiciones “progre” y con los postulados anarco-abolicionistas, dejando deslizar cierto desprecio por las fuerzas policiales o el sistema penal en general (“agencias del aparato represivo”, según el lenguaje en boga en los cenáculos del penalismo criollo).
No puede estar ausente en el discurso pre-electoral respecto de la inseguridad, la cuestión de la “inclusión social”, para evadir la controversia de fondo y mezclar el problema del delito y del delincuente con las desigualdades sociales, las injusticias en la distribución de la riqueza, la falta de oportunidades y otras cuestiones que nada tienen que ver con las políticas de seguridad que pueda implementar un funcionario o un aspirante a serlo…De la misma manera que un juez o un fiscal no resuelve cuestiones educativas, sanitarias o laborales…
Eludiendo, por supuesto, el tema del narcotráfico y del consumo masivo de estupefacientes, como principal causa eficiente de la criminalidad.
En definitiva, dilemas de la clase dirigente a la hora de prometernos la panacea o la vieja estrategia de “cambiar todo, para que nada cambie”…
Argentina explícita.