Mal que nos pese vimos la Sesión del Concejo Deliberante
Hablo yo o pasa un carro decía la señorita Miryam en la Escuela 58. Muchas personas, a las cuales me adhiero, no están de acuerdo con los discursos largos. Resulta molesto. Más cuando carecen de importancia y mucho menos cuando los palos son para nosotros.
Ayer, con 38 grados de sensación térmica, en el Concejo Deliberante local, se continúo la fatídica sesión ordinaria que se cortó abruptamente la semana pasada luego que manifestantes agredieran a huevazos al edil de la Coalición Cívica, Oscar Negrelli.
Por momentos fue monótona pero no falta de importancia, ya que varios ediles repudiaron las agresiones sufridas por Negrelli. Hicieron uso del micrófono, Javier Pacharotti, presidente del Concejo y los concejales, Sebastián Tangorra (Frente para la Victoria -PJ- alakista), Gonzalo Atanasof (PJ – Bloque Peronista), Enrique Capparelli (Unibloque y ex Castagnetista), Calos Melzi (Castagnetista – aún no se sabe si opositor u oficialista) y Susana Gordillo (Frente Renovador Platense – Frente Para la Victoria – PJ).y Oscar Vaudagna. Los demás ediles en mayor o menor medida, cuando hicieron uso de la palabra se adhirieron a la causa. Todo bien. Parecía que ahí terminaba. En realidad fue el comienzo de la jornada.
Oscar Negrelli utilizó su tiempo cada vez que tuvo la palabra. Increpó al presidente del Concejo Deliberante, Javier Pacharotti, por su accionar con respecto a los hechos. Un dolido Negrelli, como León herido, agradeció al concejal oficialista, Fabián Lugli, y a su compañera de bancada, Susana Sanchez, por haber resistido junto a él los huevasos. Pidió la renuncia del Subsecretario de Gobierno municipal, Mario Rodríguez, por – según Negrelli – encubrir al líder de los agresores, Jorge Reyna, quien es empleado Municipal, del Sub Secretario de Seguridad del Municipio, del Director del Zoológico y, si le daban tiempo, también le sacaba la roja a alguien más. De Bruera no pidió la cabeza pero lo responsabilizó del accionar de los violentos.
Si uno no tiene el Orden del Día va muerto si quiere seguir la sesión. Sobre los hechos el oficialismo habló de iniciar un sumario administrativo. ¿No era que no era el que era?.
10, 12,38, 40, a Comisión, 22, 33, 45, a Comisión. Bingo cantó Scaramutti y pidió el pase, también a Comisión, del expediente que regulariza el horario de la casa de juego del diagonal 80.
El tema seguridad fue otro tironeo entre los concejales. Por un lado, Negrelli, en el otro rincón, Susana Gordillo y Teresa Razzari (ex, ex, ex, partidos políticos). El edil de la Coalición criticó al oficialismo de no acompañar el pedido de “Interés Municipal” sobre la pasada marcha. Dijo que los brueristas “no van con la gente, ni están adelante, ni acompañan, van atrás del reclamo”. Dejó entrever que buscaron boicotear la movilización y de oportunistas. Primero Gordillo salió en defensa de la figura de Pablo Bruera y en segundo término, con un lenguaje acotado, adolescente, pueril y con bajo vuelo cultural, Teresa Razzari defendió a capa y espada la postura del gobierno local y ofendió con un “el concejal se olvidó de tomar la pastilla”. Negrelli sonrió y aconsejó que no hable sobre supuestos sino que la concejal debería ir a los papeles y a la realidad que se vive.
Y cuando todo terminaba. . . Negrelli habló sobre las AFJP hasta que le cortaron el micrófono. Había excedido el tiempo. Silvana Soria le quiso contestar y leyó estadísticas. En este país los viejos, los jóvenes, los chicos, las amas de casa, los trabajadores, somos una estadística. No se entendió. También la cortaron. Habló Gonzalo Atanasof. Flaco no se entiende. Marche un fonoaudióloga.
José Ramón Arteaga, en torno a la inseguridad, solicitó que la policía montada preste servicio en zonas rurales y no en 7 y 50. Los concejales de Bruera no hicieron lugar.
Por último. No es la primera vez. Pasa seguido. Cuando un concejal habla demasiado o lee algo y se extiende en tiempo, es el momento en que los ediles se dispersan. Desde arriba, calculo que abajo también, algunos dan pena. Honestamente es penoso ver que el dinero de los platenses se malgaste en funcionarios que cuando no le interesa la opinión de un opositor se dedica a charlar con el que tienen al lado, o por celular, o simplemente a boludear, hasta que tiene que levantar, o no, la mano.
Hablo yo o pasa un carro decía la señorita Miryam en la Escuela 58. Muchas personas, a las cuales me adhiero, no están de acuerdo con los discursos largos. Resulta molesto. Más cuando carecen de importancia y mucho menos cuando los palos son para nosotros.
Ayer, con 38 grados de sensación térmica, en el Concejo Deliberante local, se continúo la fatídica sesión ordinaria que se cortó abruptamente la semana pasada luego que manifestantes agredieran a huevazos al edil de la Coalición Cívica, Oscar Negrelli.
Por momentos fue monótona pero no falta de importancia, ya que varios ediles repudiaron las agresiones sufridas por Negrelli. Hicieron uso del micrófono, Javier Pacharotti, presidente del Concejo y los concejales, Sebastián Tangorra (Frente para la Victoria -PJ- alakista), Gonzalo Atanasof (PJ – Bloque Peronista), Enrique Capparelli (Unibloque y ex Castagnetista), Calos Melzi (Castagnetista – aún no se sabe si opositor u oficialista) y Susana Gordillo (Frente Renovador Platense – Frente Para la Victoria – PJ).y Oscar Vaudagna. Los demás ediles en mayor o menor medida, cuando hicieron uso de la palabra se adhirieron a la causa. Todo bien. Parecía que ahí terminaba. En realidad fue el comienzo de la jornada.
Oscar Negrelli utilizó su tiempo cada vez que tuvo la palabra. Increpó al presidente del Concejo Deliberante, Javier Pacharotti, por su accionar con respecto a los hechos. Un dolido Negrelli, como León herido, agradeció al concejal oficialista, Fabián Lugli, y a su compañera de bancada, Susana Sanchez, por haber resistido junto a él los huevasos. Pidió la renuncia del Subsecretario de Gobierno municipal, Mario Rodríguez, por – según Negrelli – encubrir al líder de los agresores, Jorge Reyna, quien es empleado Municipal, del Sub Secretario de Seguridad del Municipio, del Director del Zoológico y, si le daban tiempo, también le sacaba la roja a alguien más. De Bruera no pidió la cabeza pero lo responsabilizó del accionar de los violentos.
Si uno no tiene el Orden del Día va muerto si quiere seguir la sesión. Sobre los hechos el oficialismo habló de iniciar un sumario administrativo. ¿No era que no era el que era?.
10, 12,38, 40, a Comisión, 22, 33, 45, a Comisión. Bingo cantó Scaramutti y pidió el pase, también a Comisión, del expediente que regulariza el horario de la casa de juego del diagonal 80.
El tema seguridad fue otro tironeo entre los concejales. Por un lado, Negrelli, en el otro rincón, Susana Gordillo y Teresa Razzari (ex, ex, ex, partidos políticos). El edil de la Coalición criticó al oficialismo de no acompañar el pedido de “Interés Municipal” sobre la pasada marcha. Dijo que los brueristas “no van con la gente, ni están adelante, ni acompañan, van atrás del reclamo”. Dejó entrever que buscaron boicotear la movilización y de oportunistas. Primero Gordillo salió en defensa de la figura de Pablo Bruera y en segundo término, con un lenguaje acotado, adolescente, pueril y con bajo vuelo cultural, Teresa Razzari defendió a capa y espada la postura del gobierno local y ofendió con un “el concejal se olvidó de tomar la pastilla”. Negrelli sonrió y aconsejó que no hable sobre supuestos sino que la concejal debería ir a los papeles y a la realidad que se vive.
Y cuando todo terminaba. . . Negrelli habló sobre las AFJP hasta que le cortaron el micrófono. Había excedido el tiempo. Silvana Soria le quiso contestar y leyó estadísticas. En este país los viejos, los jóvenes, los chicos, las amas de casa, los trabajadores, somos una estadística. No se entendió. También la cortaron. Habló Gonzalo Atanasof. Flaco no se entiende. Marche un fonoaudióloga.
José Ramón Arteaga, en torno a la inseguridad, solicitó que la policía montada preste servicio en zonas rurales y no en 7 y 50. Los concejales de Bruera no hicieron lugar.
Por último. No es la primera vez. Pasa seguido. Cuando un concejal habla demasiado o lee algo y se extiende en tiempo, es el momento en que los ediles se dispersan. Desde arriba, calculo que abajo también, algunos dan pena. Honestamente es penoso ver que el dinero de los platenses se malgaste en funcionarios que cuando no le interesa la opinión de un opositor se dedica a charlar con el que tienen al lado, o por celular, o simplemente a boludear, hasta que tiene que levantar, o no, la mano.